¿Castillo es el “Evo” peruano?

A PROPÓSITO DE LA VISITA DE EVO MORALES AL PERÚ

La presencia de Evo Morales en el país despertó la ira de la derecha política y sus medios de comunicación, al tiempo que acrecentó la confusión entre la vanguardia, de la mano del discurso de los dirigentes de la CGTP, la FENATEP y de la izquierda que idealizan a Evo y su gobierno, al que han llegado a motejar de “socialista”.

Ambos sectores, sin embargo, intentan dar a entender, desde posturas distintas, que Castillo podría seguir el derrotero de Evo… ¿Es esto posible?

Contextos distintos
Más allá de la información interesada de los noticieros o las columnas encendidas en las páginas de la prensa escrita, Evo y Castillo claramente son producto de procesos distintos.

La elección de Evo Morales ocurrió después de un ciclo de rebeliones populares entre los años 2000 y 2005, que marcaron profundamente la historia reciente boliviana.
La primera fue la “Guerra del Agua”, como se conoce la revuelta popular en la ciudad de Cochabamba, en el año 2000, que derrotó el proceso de privatización del agua y expulsó a una empresa transnacional francesa.

En octubre de 2003, el pueblo boliviano protagonizó otra revuelta popular en defensa de los recursos naturales, brutalmente reprimida por el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (“Goni”), causando la muerte de aproximadamente 65 personas. Las jornadas de octubre de 2003 o “Guerra del Gas”, provocó el derrocamiento de “Goni”.

En mayo y junio de 2005, los bolivianos y bolivianas volvieron a las calles, ahora contra el presidente Carlos Mesa, sucesor interino de “Goni”. Entre las reivindicaciones, que unificaron a indígenas, campesinos, obreros y sectores de la clase media urbana, estaban la lucha contra la privatización del agua, la nacionalización e industrialización de los recursos naturales (gas, petróleo y minas) y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Las masas bolivianas, volvieron a triunfar en las calles: echaron a Mesa.

En ese contexto, Evo Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), aparecieron como dirección de las masas en lucha. En diciembre de 2005, ganó las elecciones en primera vuelta, con el 54% de los votos válidos y obteniendo, además, la mayoría absoluta en el parlamento.

Proceso muy diferente al que ha llevado a la victoria de Castillo, que en la primera vuelta logró el 19% de los votos válidos. Un candidato que, más allá de haber liderado la huelga magisterial de 2017, era prácticamente un desconocido, sin relación con las luchas de noviembre pasado, ni con la de los jornaleros y jornaleras del campo, de diciembre – enero último. De ahí que su bancada sea la primera minoría en el parlamento, obligada a hacer acuerdos con otras agrupaciones.

De ahí que, a diferencia de Evo, que de inmediato se vio en la obligación de responder a las aspiraciones populares que habían echado abajo a dos gobiernos demandando la nacionalización -en el pozo- del gas boliviano, lo que en los hechos fue un mecanismo de renegociación con las petroleras privadas que siguieron operando, pero pagando más impuestos, Castillo comience el gobierno ante el cargamontón de la patronal, la derecha política y sus medios de comunicación, sin dictar ninguna norma trascendental para la economía del país.

¿Bolivia es socialista?
Sin embargo, lo más peligroso para la clase trabajadora, por la confusión que provoca en su conciencia, es identificar a Bolivia y su gobierno – el de Evo, primero, y ahora el de Arce- como “socialista”.

Sería un error identificar la economía de un país como “socialista” o, peor aún, “comunista”, solo por el nombre del partido que lo gobierna: En Chile gobernó, entre 2006 y 2010, primero, y entre 2014 y 2018, después, Michelle Bachelet, militante del Partido Socialista de Chile. Y sin embargo, nadie podría acusar a dicho país, “ejemplo” de las “bondades” del liberalismo económico, de ser socialista.

En Bolivia, el partido de gobierno es el “Movimiento al Socialismo”. La organización, que reivindica el “buen vivir” como propósito, no tiene entre sus medidas concretas, sin embargo, ninguna que lleve a romper con la lógica y las reglas del mercado, para pasar a planificar la economía boliviana. Por el contrario, el gobierno del MAS, con Evo a la cabeza, ha sido responsable de medidas de ajuste contra el pueblo trabajador y pobre de Bolivia.
Además de reprimir en más de una oportunidad las luchas de los trabajadores mineros de las empresas estatales (2007, 2015), pactó con la burguesía reaccionaria de la “media luna” una Constitución (2007) que en lo fundamental, dejó intactos los intereses de los latifundistas cruceños y las transnacionales mineras y petroleras. Más aún, intentó, primero, imponer un gasolinazo del 82%, que el pueblo bolivianos rechazó en las calles (2011), para luego subvencionar a las petroleras -con el dinero del pueblo boliviano- para asegurar sus ganancias…

De ahí que la economía boliviana dependa tanto o más de la inversión extranjera directa, esto es, de que las transnacionales inviertan en su país -y por supuesto, saqueen sus riquezas y exploten a sus trabajadores – que nosotros. Su economía es primario-exportadora. Se basa en la exportación de gas natural, minerales (estaño, antimonio, plomo, plata, zinc y oro) y productos provenientes de la agroindustria, principalmente la soya, dominada por capitales brasileños.
Su tasa de desempleo es de 5,6%, sin embargo en la actualidad la informalidad laboral alcanza al 85% de personas. Cifra idéntica a la de nuestro país.

Nada de esto es culpa del “socialismo”. Por el contrario, es la consecuencia de no haber roto con el capitalismo, no haber tomado control del aparato productivo, ni haber planificado la economía y, por el contrario, haber garantizado las ganancias capitalistas contra las necesidades del propio pueblo trabajador.

Solo dos cosas los une
Por eso, a nuestro entender, solo dos cosas unen a Castillo y a Morales: la primera, el odio que le profesan la patronal, sus partidos y sus medios de comunicación, para los cuales tenerlos como presidentes en sus respectivos países es como tener una astilla clavada bajo las uñas.

La segunda, que ninguno de los dos ha aplicado, o aplica, un plan de ruptura con el capitalismo. Y por el contrario, mientras buscan controlar y apaciguar al movimiento de masas, con políticas “sociales” que “cambian algo” para que no cambie nada, tuvo, uno, y tiene, el otro, la obligación de aplicar medidas contra los sectores obreros populares en único beneficio de las grandes empresas, locales y transnacionales.

¡NINGUNA CONFIANZA EN EL NUEVO GOBIERNO! ¡ECHEMOS A MERINO-CONFIEP Y AL CONGRESO CORRUPTO CON NUESTRA MOVILIZACIÓN INDEPENDIENTE!

Con la salida de Vizcarra cayó el enemigo que la clase trabajadora ha tenido en frente los últimos dos años, responsable por la “Política nacional de productividad y competitividad” (D.S. 345) y del “Plan nacional de productividad y competitividad” (D.S. 237), cuya finalidad es liberalizar los despidos.

Cayó el responsable de la estrategia de la “inmunidad de rebaño” que nos ha costado, a los trabajadores y el pueblo pobre, cerca de 90 mil muertes; y el desamparo de millones de trabajadores que perdieron el empleo, a los que Vizcarra sumó los miles de trabajadores sometidos a ceses colectivos y suspensión perfecta de labores.

Un gobierno que empobreció al pueblo y llenó de concesiones y ventajas a bancos, farmacéuticas, clínicas privadas y grandes empresas. Que nos condenó al hambre durante los meses de confinamiento.

Y cayó, finalmente, un corrupto más, responsable por el cobro de 2 millones 300 mil soles a cambio de entregar la concesión del Hospital regional de Moquegua.

Por eso Vizcarra se ganó el odio de la clase obrera. Si algo podemos “lamentarnos”, es de que el Congreso –la otra pata de la democracia corrupta que impera en el país- nos haya robado el derecho de echar a Vizcarra con nuestra movilización. Hoy que ha dejado la presidencia, Vizcarra debe pagar por los crímenes y engrosar la lista de expresidentes que deben ir a la cárcel por corruptos, antipopulares y antiobreros.

Sin embargo, la clase trabajadora debe tener claridad: El Congreso es tan responsable como Vizcarra por esas mismas medidas y males que nos aquejan. En todo lo fundamental, “jugó en pared” con Vizcarra. Ha sido el otro pilar de la continuidad del plan económico neoliberal, y sus miembros son protagonistas del mismo sistema de corrupción que sus antecesores. Por eso quieren para sí el control del sistema judicial, el Tribunal Constitucional y otras entidades claves del Estado.

Por eso los trabajadores y trabajadoras del país no podemos albergar ninguna expectativa en que el Congreso, que hoy aparece como “vencedor”, pueda dar solución a los problemas de fondo que nos afectan.

MERINO: UN GOBIERNO DE CRISIS

El gobierno de Merino nace en un ambiente de confrontación y con un importante rechazo que lo hace más frágil que Vizcarra. Y esa es justamente la gran preocupación de la patronal. Que Merino resulte peor que su predecesor para manejar la situación del país. De ahí que la CONFIEP saliera rápidamente a pedir calma, tras la aprobación de la vacancia, poniendo como único requisito la continuidad del cronograma electoral.

La represión del día de su juramentación es muestra de esa misma debilidad. Por eso anunció un gabinete “de ancha base” con la mayor participación de los partidos patronales a sostenerlo durante los meses que vienen; pero en lo hechos, la designación de Ántero Flores como premier y sus primeras declaraciones, lo que anuncia es repartija de intereses y mayor confrontación.

Para la clase obrera, esta situación plantea la necesidad de impulsar la lucha levantando sus propias banderas para derrotar al nuevo gobierno por medio de la movilización. Ello requiere contar con una dirección consecuente. Lamentablemente, las direcciones nacionales, como la de la CGTP, lo que hacen es pedir diálogo con el nuevo gobierno, lo que muestra que su curso no es el de la lucha frontal y consecuente en pro de las demandas obreras y populares.

¿EN DEFENSA DE LA DEMOCRACIA?

La vacancia ejecutada desde el parlamento nada tiene que ver con los intereses de la clase obrera. No trae soluciones a las muertes por COVID 19, a los despidos, ni a la corrupción. No es «nuestra» vacancia. Sin embargo, esto no nos lleva sumarnos a quienes llaman a “defender la democracia” de un supuesto golpe de Estado.

¿Qué democracia? ¿La de Odebrecht y el “Club de la construcción”? ¿La democracia de las mineras? ¿La democracia de la CONFIEP? ¿Una democracia con Vizcarra de regreso? Finalmente, fue el propio Vizcarra quien le entregó las llaves de Palacio a Merino. La «democracia» que hoy nos llaman a defender los partidos “de izquierda”, como Nuevo Perú, al servicio de sus objetivos electorales 2021, no es la democracia de los trabajadores y trabajadoras. 

Necesitamos DEFENDER NUESTRA INDEPENDENCIA DE CLASE para luchar por nuestras propias banderas, que incluyen echar abajo el régimen corrupto que hoy defienden esos grupos “de izquierda”. En esto la dirección de la CGTP tiene la enorme responsabilidad de desbaratar cualquier ilusión de diálogo con Merino y ponerse al frente de la convocatoria a una medida nacional contra el gobierno.

Sin embargo no podemos solo esperar a la dirigencia de la CGTP. Tenemos que realizar, desde las bases obreras, asambleas para definir un curso propio de lucha, que dé continuidad a la jornada de lucha del 5 de noviembre, que más allá de su dirección, puso en evidencia que la clase trabajadora necesita encontrarse en las calles, unida en la lucha. Un plan con miras a concretar un PARO NACIONAL COMBATIVO para derrotar a Merino y compañía.

¡POR UN GOBIERNO DE LA CLASE TRABAJADORA Y EL PUEBLO POBRE!

La clase obrera y el pueblo pobre necesitan imponer salidas de fondo a sus necesidades más urgentes. Desde el PST afirmamos que no habrá salida a estos problemas (corrupción, despidos,  contagios, represión…) mientras la patronal siga gobernando en el país por medio de cualquiera de los partidos del régimen.

Por eso la clase obrera debe construir una alternativa propia de poder, que nazca de su movilización, para poner fin a estos flagelos y abrir camino a una vida digna en el Perú.

En este sentido, consideramos que la demanda de una asamblea constituyente es válida. Pero sólo puede ser garantizada por un gobierno obrero y popular, que construya esa asamblea con representantes directos de las organizaciones de los trabajadores y el pueblo (sindicatos, asociaciones barriales, frentes de defensa…)

Este es el llamado que hacemos desde el PST: levantemos, junto al QUE SE VAYAN TODOS los partidos corruptos del régimen, las banderas limpias del GOBIERNO DE LA CLASE TRABAJADORA Y EL PUEBLO POBRE DEL CAMPO Y LA CIUDAD, como salida para nuestro país.

Y para esto, llamamos a la construcción de un gran paro nacional combativo, que enfrente y derrote a Merino, para dar solución a nuestros problemas urgentes.

¡ASAMBLEAS DE BASE PARA DEFINIR UN PLAN DE LUCHA UNITARIO DE LA CLASE TRABAJADORA!

¡PARO NACIONAL PARA DEFENDER NUESTRA SALUD, EL TRABAJO Y ECHAR ABAJO LA CORRUPCIÓN!

¡QUE SE VAYAN TODOS!

¡POR UN GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DEL CAMPO Y LA CIUDAD QUE SE HAGA CARGO DE LOS DESTINOS DEL PAÍS!

La dirigencia de la CGTP es una traba

por Víctor Montes

La dirigencia de la CGTP viene haciendo el ridículo ante la vanguardia obrera. ¿La razón? Mientras se queja que el gobierno “cede a la presiones de la Confiep”, se sienta tranquilamente en el foro del “Acuerdo Nacional”, en las carpetas del “Consejo Nacional del Trabajo” (CNT) y en la mesa del “Grupo de Trabajo Multisectorial” que debía evaluar el plan de “reinicio de las actividades económicas”, sólo para ser ninguneados una y otra vez.

¿Por qué la CGTP, que ha llegado a la conclusión de que el gobierno “…tiene una visión puramente formal del diálogo social…”, vuelve una y otra vez a sentarse en la mesa que le tiende Vizcarra? La única explicación consistente es que no es “por amor al chancho…”. La dirigencia de la CGTP recibe un conjunto de privilegios por participar del mentado “diálogo social” como “portavoces” de la clase trabajadora. Y para mantener esos privilegios, están dispuestos a hacer de verdugos de los trabajadores.

«La dirigencia de la CGTP recibe un conjunto de privilegios por participar del mentado “diálogo social” como “portavoces” de la clase trabajadora. Y para mantener esos privilegios, están dispuestos a hacer de verdugos de los trabajadores.»

La dirigencia de la CGTP se niega a denunciar la responsabilidad de Vizcarra en lo que está sucediendo. Tan es así que en sus dos últimos pronunciamientos titulados CGTP respalda lucha de trabajadores y pensionistas por inclusión en bono universal (7 de mayo) y Gobierno-CONFIEP ponen en riesgo la salud y la vida de los trabajadores (6 de mayo) ni siquiera se menciona el nombre del presidente. En ese marco, cualquier llamado a la “protesta” de parte de la dirigencia de la Central es un engaña muchachos.

La clase obrera y el pueblo pobre requieren organizarse y movilizarse a la brevedad posible contra el plan que Vizcarra y compañía vienen implementando para hacer frente a la epidemia y para “reactivar la economía”. Es decir, contra las carencias en la salud que el gobierno es incapaz de solucionar, y contra los despidos, rebajas de salarios y demás abusos que las empresas ya han comenzado a aplicar.

Y nada de esto se puede hacer sin comenzar por señalar claramente al responsable de esta situación: el gobierno de Vizcarra y su plan económico, que es continuidad del que se impuso con la dictadura de Fujimori. Y la dirigencia de la CGTP se empeña en hacer justamente lo contrario.

Por eso la dirigencia de la CGTP es una traba para que la clase obrera cumpla con esta tarea, que hoy es de vida o muerte. ¡Los trabajadores y trabajadoras no tenemos nada que hacer en el Acuerdo Nacional, el CNT, ni en el Grupo multisectorial! Los trabajadores y trabajadoras necesitamos organizarnos, con independencia, para impulsar la lucha abierta contra el gobierno y levantar una salida de la clase trabajadora ante la crisis que vivimos. De cómo resolvamos este problema, dependerá en buena cuenta nuestro destino.

¿Quién eligió a Pablo?
Tal como ha denunciado la dirigencia de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú (FNTMMSP) el pasado 4 de mayo, la elección de Pablo Checa como “representante de los trabajadores” en la mesa del “Grupo de Trabajo Multisectorial”, encargado del plan de “reinicio de las actividades económicas”, ha tomado a las organizaciones sindicales por sorpresa.
¿Quién lo eligió? La respuesta es clara: el gobierno.

La presencia de Checa, militante del Partido Comunista – Unidad (PC-U) de Mario Huamán, Gerónimo López y compañía, es justamente parte de los privilegios que obtiene la dirigencia de la CGTP a cambio de mantener desmovilizada a la clase trabajadora.

¿Tiene derecho a hablar en nombre de la clase trabajadora? ¡Claro que no! Sólo pone en evidencia la responsabilidad del PC-U, y sus agentes en la dirigencia de la CGTP, como colaboradores del gobierno. Serán ellos (el PC-U y compañía) responsables también por cada una de las definiciones que tomen en ese “Grupo de Trabajo…” y su impacto en la vida de las y los trabajadores.