Vizcarra Oxigena a monopolios de la salud y asfixia a los trabajadores y el pueblo

Por Mauricio Meca

Un balón de oxígeno de 10 m3 que costaba S/. 600, ha llegado a costar diez veces más. La azitromicina elevó su precio en 12 veces. Atenderse por covid en las clínicas cuesta entre 30 y 60 mil soles. Lo que era un problema sin la pandemia, ahora es un calvario para miles de familias, que ven como las empresas privadas monopolizan y lucran con los servicios de salud.

La economía de libre mercado muestra su verdadero rostro echando al traste todo lo que se dice de “responsabilidad social empresarial”. En un sistema económico donde solo importa el lucro y la explotación, no hay posibilidad de salvarse para los pobres. El cuadro más espeluznante lo vemos en los hospitales nacionales, que no tienen recursos ni para comprar o alquilar un balón de oxígeno, y donde un paciente debe esperar la muerte de otro con la esperanza de acceder a uno.

Fuente El Comercio – Pacientes al interperie en Hospital 2 de mayo

Mientras vivimos a diario esta realidad, el gobierno no está dispuesto a mover un dedo para cambiarla. Más bien elabora leyes para que las empresas sigan lucrando en plena emergencia. Para salvar la vida por el covid y no morir de hambre es una necesidad cambiar este modelo económico.

“Aire es lo que quiero, aire para vivir…”

Un viejo vals peruano titulado “fin de bohemio”, cuenta la historia de un paciente con tuberculosis que ha sido desahuciado por su médico. En su angustia por aferrarse a la vida, le ruega con voz vacilante al galeno lo siguiente: “Aire es lo que quiero, aire para vivir, […] no me lo niegues doctor, lo que hoy te pido, oxígeno a mi vida, oxígeno por Dios”. Con esas sencillas palabras podríamos retratar lo que pasa en la actualidad: una población infectada por el covid abandonada por un gobierno indolente que lo desahucia.

Hay soluciones. Podría fijar el precio y expropiar a las empresas que incumplan las disposiciones. Podría decretar la compra de todo el oxígeno producido por estas empresas y entregar gratuitamente los balones al pueblo que lo necesita. Podría decretar la reconversión de plantas, como en el caso de las mineras, para producción de oxígeno.

Fuente: France 24

En esa sentida súplica, también, escuchamos la voz de miles de peruanos que se han endeudado por comprar un balón de oxígeno para un ser querido. Se oye la voz quebrada de los que acuden desesperadamente a centros de recarga, entre 3 a 4 veces por semana, y hasta con 4 balones. El ruego de los que tienen que gastar entre S/. 15 a 200 soles por m3 de oxígeno y esperan horas y horas, incluso se amanecen haciendo largas colas por un escaso y costoso recurso. Se oye el llanto de quienes tienen que hacer colectas en el barrio o en la familia, porque el salario mínimo sigue siendo una miseria o, peor aún, ya no tienen trabajo…es un clamor por aire para vivir.

¿Quienes tienen el monopolio del oxigeno y a donde está orientada su producción?

La demanda de oxígeno aumentó en un 40% por covid (21,740 balones). Según el Premier esto excede la capacidad de producción de oxígeno en el país. Así también, la presidenta del Comando covid, dijo que el consumo actual es 216 toneladas de oxigeno por día y se proyecta que aumentara a 394. En ese escenario crítico, se ha hecho viral el dato de que hay dos empresas que tienen el monopolio del oxígeno en el país y que han elevado el precio, estas son: Linde Praxair con 82% de la producción de oxígeno a nivel nacional y Air Products con 18%.

Fuente: El Comercio

Por otro lado, la Defensoría del Pueblo dice que el oxígeno industrial que tiene el mismo origen que el medicinal, es producido por estas dos empresas, sin embargo, este último es más requerido por las actividades mineras y tiene más demanda que el medicinal, y advierte que en el nuevo escenario de reactivación, podrían dar prioridad a la industria y no a la salud.

¿Pero no se puede hacer nada contra estos criminales?

En el artículo 61 de la Constitución de Fujimori señala que los monopolios no están prohibidos explícitamente, a lo sumo lo que puede sancionarse o regularse es el abuso monopólico y nada más. El carácter neoliberal de esta constitución ha facilitado la formación de monopolios y oligopolios en distintos sectores que tras 25 años se han consolidado y muchos dominan más del 70% de sus respectivos mercados: Backus, Alicorp, Gloria, etc. En salud tenemos al Grupo Intercorp dueña del 83% de las farmacias, y al oligopolio formado por 8 grupos que son dueños de todos los eslabones de la cadena de servicios de salud, donde destacan los grupos ligados al BCP y al BBV Continental.

El 2008 Indecopi abrió un proceso administrativo a las empresas que monopolizan la producción de oxígeno bajo el cargo de haber realizado prácticas restrictivas de la competencia en la modalidad de reparto de mercado. Indecopi las halló culpables por repartirse el mercado de Essalud y las sanciono con 21 millones, y ellas apelaron al Poder Judicial donde hasta ahora hubo un fallo definitivo producto del escándalo de su abuso en tiempo de pandemia.

El drama por oxigeno en Iquitos

La legislación nacional no le brinda poder para evaluar fusiones y adquisiciones a ningún ente del Estado. Lo que se sanciona a las empresas el abuso de la posición de dominio que por lo general se traduce en la especulación, es decir, en el acto de poner en venta bienes por encima del precio regular, el cual es un delito sancionado administrativamente con multa, y según el Código Penal es un delito que se castiga con cárcel no mayor a tres años. Sin embargo, no se aplica, porque necesita primero de un organismo que elabore una lista de productos de primera necesidad y que fije los precios de los productos de la lista, lo que no existe. Por ello, no se puede meter preso a nadie, la economía es de libre mercado y el precio no se puede fijar porque lo regula la oferta y la demanda. Y, además, contra todo esto están la Confiep y los títeres políticos que defienden sus intereses. Por esta razón también, organismos como la Defensoría del Pueblo recurren a las sanciones administrativas que no se cumplen porque las empresas apelan a las cortes.

Desde el Congreso se han encarpetado varias propuestas para impedir la formación de monopolios vía fusiones, y también desde el Ejecutivo y el MEF, bajo el sonsonete de que aleja las inversiones.

En materia de regulación, lo que hay es el D.U. 013-2019, emitido por Vizcarra el año pasado, que es un engaña muchachos. Ahí se menciona que cualquier empresa que se quiera fusionar con otra pasara por el filtro de Indecopi. Hasta ahí suena interesante, y muchos sectores de la izquierda reformista hasta lo apoya. Pero a continuación se dice que la supuesta regulación no va afectar a los monopolios ya consolidados, es decir todo seguiría igual. Lo peor fue que en plena pandemia postergó su ley hasta el 2021.

Lo nuevo es la recién aprobada ley del Congreso que aún falta pasar por la promulgación u observación del Ejecutivo. En ella se sanciona la especulación de precios, la adulteración de productos y servicios con pena privativa de la libertad que van desde 1 hasta 8 años según el delito. Sin embargo, el abogado penalista Luis Castillo Berrocal menciona que la reincorporación del delito de abuso de poder al Código Penal plantea una reforma sobre las competencias de Indecopi, ente que sanciona administrativamente, de lo contrario atenta contra el principio de que una persona no puede ser juzgada dos veces por la misma causa, por lo que sería inaplicable.

Foto: Redacción PST

Así, cada vez más los capitales que monopolizan los mercados, y rompen con sus principios de libre competencia, se valen del Estado para elaborar leyes que los beneficien y que no comprometan ni sus bienes ni su libertad si es que se ven amenazados como ahora.

No hay posibilidad de dotar de oxígeno, medicinas y atención médica a nuestras familias que agonizan sin quitarles la propiedad y los recursos que concentran y los coloquemos a disposición de un plan nacional para enfrentar la pandemia.

¿Entonces, no hay salidas?

Es un crimen que las empresas limiten el acceso de la población a los servicios de salud condicionado a tener dinero. Y es mucho peor que sea el Estado que lo defienda.

Para lavarse la cara el gobierno ha decretado de forma temporal el uso del oxígeno medicinal con una concentración no menor al 93%, y ha soltado casi 90 millones para financiar las contrataciones que se realicen para la compra y el suministro de oxígeno medicinal a nivel nacional. También emitió el D.U. 066-2020 que declara que la producción de oxigeno medicinal es prioridad por encima del oxígeno industrial, pero como señala la misma Defensoría del Pueblo, no garantiza que se cumpla. Así, cuando el premier menciona que no hay suficiente oxígeno y que van a comprar al exterior, es porque en realidad no quieren tocar los intereses empresariales cuando ahora la prioridad es la salud de la población.

Es posible cambiar el panorama en tanto dejemos este modelo criminal y nos deshagamos de un gobierno inepto que a pesar de haber sido advertido de la carencia del oxígeno no hizo nada.

Existen salidas, de forma inmediata, como:

  • Adecuar las plantas de oxígeno industrial para la producción de oxígeno medicinal, como la que tiene la minera Southern en Ilo, que puede entregar 20 toneladas semanales de oxígeno. O la que existe en La Oroya.
  • Se debe entregar gratuitamente los balones de oxígeno a la población que lo necesita.
  • Se debe ampliar el servicio de atención médica utilizando los establecimientos de las clínicas privadas.
  • Se debe reconvertir fábricas para la producción de materiales de bioseguridad para todo el personal de salud y la población pobre.
  • Se debe incorporar a los trabajadores que se quedaron sin empleos a estas plantas.

A redoblar esfuerzos por imponer estas medidas que deben sumarse a las demás que vienen planteando los trabajadores contra el hambre y por su derecho a vivir.

DOS ESTRATEGIAS FRENTE A LA EMERGENCIA Y EL GOBIERNO

Por Víctor Montes

En el marco de la crisis abierta por la epidemia de COVID19, se hace más urgente que los trabajadores y trabajadoras postulemos una salida para el país.

Somos nosotros quienes estamos poniendo los muertos, y somos quienes sufrimos despidos y rebajas salariales, bajo el amparo de las medidas dictadas por el gobierno.

Sin embargo los dirigentes de las Centrales sindicales, así como los parlamentarios y parlamentarias que dicen representarnos, están mirando a otro lado.

Para quienes militamos en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) esto prueba que hay dos estrategias completamente opuestas de cara a la clase obrera: la del reformismo, donde están Patria Roja, el Partido Comunista, Nuevo Perú, el Frente Amplio y todos los grupos que tiene dentro, etc, que ante la situación que vivimos pretende “ganar fuerzas” de cara a las elecciones con medidas de “presión” al gobierno, mientras deja pasar la política de Vizcarra y compañía, responsable por los miles de muertos. Y la que proponemos nosotros, el PST: organizar de inmediato la respuesta de la clase obrera y el pueblo saliendo a luchar a las calles, con todos los cuidados necesarios, para derrotar al gobierno e imponer nuestras reivindicaciones.

De cuál estrategia se imponga, dependerá el destino inmediato de nuestra clase.

¿Quién es el responsable?

¿Por qué decimos esto? Desde el PST sostenemos que Vizcarra, agente de la Confiep, es el gran responsable de los contagios y las muertes que vivimos en el país, así como de las medidas que han permitido a las empresas imponer la suspensión perfecta (Trébol-Celima, Ibérica, Topy Top…) y hasta ceses colectivos (Corporación Miyasato).

Afirmamos que Vizcarra tomó la decisión consciente de permitir la extensión de la epidemia, intentando únicamente bajar el ritmo de contagio para evitar escenas como las de las calles de Guayaquil en abril, y con esto, minimizar la posibilidad de un estallido… pero sin evitar las muertes. Esto quiere decir que no se puede “presionar” al gobierno para que cambie de política: Vizcarra sabe bien lo que hace y no piensa cambiar de opinión. Y sólo derrotándolo, podemos cambiar la política que se viene aplicando.

Sin embargo las organizaciones reformistas sostienen otra cosa: que la responsable es la CONFIEP, o como mucho los ministros, eximiendo a Vizcarra de responsabilidad directa.

Por eso, una y otra vez, se han dedicado a aconsejar al gobierno, recomendándole que “cambie de política”, mientras participan del “diálogo social”, en el “Acuerdo Nacional” o el “Consejo Nacional del Trabajo”, donde todo ya está “cocinado” en función de las políticas del gobierno y los intereses del empresariado.

Elecciones o lucha directa

Y es que esas organizaciones, que hablan de “lucha”, en realidad sólo piensan en las elecciones.
¿Por qué, si tienen a disposición los medios de comunicación, no salieron a denunciar permanentemente la política mentirosa del gobierno que nos llevaba a la muerte, como hoy está demostrado? ¿Por qué no convocaron desde el principio a movilizarnos contra la política de hambre de Vizcarra y compañía?

Incluso ahora, que la dirigencia de la CGTP ha convocado a una Jornada Nacional de Lucha, lo hacen en función de un cálculo electoral: quieren capitalizar la caída en la popularidad de Vizcarra, e ir construyendo un perfil electoral con miras al 2021. Esto es evidente porque no hace parte de un plan de lucha sostenido que vaya incorporando a más sectores obreros y populares a la lucha.

Los trabajadores y trabajadoras necesitamos soluciones ahora, que nos enfrentamos a la muerte por covid o a la miseria provocada por los despidos y la suspensión perfecta.
Debemos fortalecer nuestras organizaciones y disponernos a luchar en las calles, teniendo todos los cuidados necesarios para evitar los contagios, pero decididos a echar abajo la política de contagio y hambre del gobierno. No esperar a 2021 para tentar suerte con un nuevo “mal menor”.

Y es que a menos que se le declare la guerra a Vizcarra y compañía, en defensa de nuestra salud y trabajo, todo lo que griten, exijan o denuncien las organizaciones reformistas, con Gerónimo López, Marco Arana o Verónika Mendoza a la cabeza, serán frases vacías que lleven a la clase obrera y el pueblo pobre a un callejón sin salida, que en tiempos de covid, tiene forma de ataúd.

¡Sí, hay una salida! CINCO PUNTOS DE UN PROGRAMA OBRERO PARA SALVAR NUESTRAS VIDAS

No aceptamos el Plan Vizcarra-Confiep que nos condena a morir por covid-19 o por hambre. Por eso, en nombre de la clase obrera, la única clase progresiva de esta nación que es conducida a la catástrofe por las clases adineradas en el poder, en nombre de la única clase que es la fuerza vital y productora de este país, planteamos un programa de 5 puntos para salvar la vida y la economía de las mayorías explotadas y oprimidas:

1. Todo para la emergencia sanitaria

¡Basta de mezquinar recursos y de la política de “sálvese quien pueda”!

Financiamiento efectivo del Estado e impuesto a los ricos para adquirir todo lo que se necesita. Hay camas e infraestructura suficiente en las clínicas privadas, medicinas en las farmacias, capacidad instalada para producir oxígeno y otros implementos y hay que echar mano de ellos, ya. Hay que contratar un pelotón de médicos, enfermeras y asistentes para atender a los enfermos en los hospitales y en sus casas y para establecer un cerco sobre el virus; y brindar protección a los que se encuentran en la primera línea de combate. Hay que utilizar todos los recursos del Estado y de los Privados para ganar esta guerra.

2. Comida y servicios garantizados para quedarse en casa

La inmensa industria de alimentos no puede seguir haciendo negocios mientras el pueblo muere de hambre: debe ser nacionalizada. Hay que orientar la inmensa industria de agroexportación para priorizar la alimentación del pueblo. Hay que pagarle precios justos a los pequeños productores agrarios para que pongan su cuota de esfuerzo. Hay que abastecer de agua, servicios y de productos esenciales a toda la población para que se quede en casa. Hay que expropiar las enormes edificaciones y terrenos para destugurizar, porque la pandemia crece por hacinamiento y falta de higiene. ¡No más hambre! ¡No más hacinamiento! ¡Confinamiento con comida, seguridad y servicios básicos!

Paralización de trabajadores mineros por equipos de bioseguridad

3. Preservar nuestros empleos y salarios

No aceptamos que nos priven de nuestro derecho al trabajo y de nuestros salarios solo para salvar los grandes negocios capitalistas. No aceptamos ser carne de cañón de las empresas que nos obligan a trabajar con el riesgo de enfermar y morir como viene sucediendo, solo para producirles ganancias. Ellos tienen suficientes recursos que han extraído de nuestro trabajo hasta por generaciones para cubrir dichos costos. No aceptamos tampoco que la inmensa ayuda estatal se dirija a salvar a los grandes negocios en lugar de orientarse en ayuda de los millones de micro y pequeños empresarios, artesanos y trabajadores independientes.

4. Fumigar al Estado y respetar las libertades

No aceptamos que funcionarios del Estado roben en plena emergencia con absoluta impunidad; los corruptos deben ser encarcelado y sus bienes confiscados, ya. No aceptamos que mientras se nos condena al hambre o al covid-9 los altos funcionarios del Estado, incluido el Congreso, sigan gozando de sueldos dorados y de numerosos privilegios como contar con clínicas privadas para atenderse: ningún funcionario debe ganar más que un profesor de escuela ni tener privilegios. Basta también de reprimir a los que luchan: libertad de reunión, prensa y organización. Derecho a organización de la mujer trabajadora y combate a la violencia contra ellas y a las minorías.

5. Autoorganización obrera y popular

Nada nos han regalado, todo lo que tenemos lo hemos ganado con luchas. Por eso, en la actual emergencia que vivimos, debemos tomar en nuestras manos nuestros propios destinos y pasar a la acción para luchar.

Hay que organizarnos en cada fábrica en torno a COMITÉS DE LUCHA que encaren la pelea por los derechos, la salud y la vida de los trabajadores.

Hay que organizar COMITÉS BARRIALES para asistir a los enfermos y a los que tienen hambre y también para pelear.

Y poner en pie una ASAMBLEA NACIONAL POPULAR para llevar adelante esta pelea de manera unificada.

La conquista de este Plan Obrero no es fácil. Pero tampoco hay otra salida: las alternativas que nos ofrece el resto de la “izquierda” es ser consejeros de Vizcarra y la CONFIEP. Al contrario. La lucha que este programa propone es que iniciar una lucha franca y abierta por derrotar al gobierno de Vizcarra y la CONFIEP como responsables del genocidio a la que nos conducen, y por poner en pie un nuevo gobierno: un Gobierno de los Trabajadores que garantice poner en práctica las medidas señaladas.

Llamamos a lo mejor de la vanguardia obrera, a los miembros más decididos de la juventud pobre y de la mujer trabajadora, a que juntos pongamos en pie un verdadero partido revolucionario capaz de luchar por esta salida.

En la radiografía de la crisis del covid-19, Vizcarra…No enfrenta el covid-19 por proteger intereses empresariales

El Perú es uno de los países con la cuarentena más prolongada del mundo frente a la pandemia, pero con la gestión del gobierno Vizcarra los resultados son catastróficos con un promedio diario de 6,000 contagios y 200 muertes según las cifras oficiales (las cifras reales son más altas) y un lugar fatalmente destacado en el comparativo mundial.

Las consecuencias de la desidia del gobierno

Todos los aspectos de una política de emergencia básica frente a la pandemia revelan una acción criminalmente insuficiente. Existe una larga lista de espera para hospitalización y cuidados intensivos frente a un número minúsculo de camas y salas UCI, y sabemos por el personal médico que las autoridades ordenan discriminar, entre muchos necesitados, quiénes reciben atención y quiénes simplemente son dejados morir en sus casas, mientras la carencia tan absurda de equipos de protección para el personal médico sigue extendiendo la lista de contagiados y fallecidos de quienes están en primera fila en la lucha contra el coronavirus.

Por otro lado, en las calles mucha gente se hace cargo por sus propios medios de la compra del oxígeno para sus parientes enfermos, enfrentando especulación y precios de rapiña de un negocio altamente monopólico, lo que evidencia una rotunda denuncia del abandono de la salud pública por parte del Estado. Y otra tragedia ocurre en torno a los fallecidos, con morgues colapsadas y graves limitaciones en el servicio de cremación e inhumación de cadáveres.

Mientras tanto, los contagios y enfermos siguen aumentando a causa de una cuarentena de hambre completamente insostenible con una alta población que ha sido privada de su fuente de ingresos o que vive en condiciones de hacinamiento o insalubridad, y hasta sin servicios básicos como el agua potable. El “bono universal” que el gobierno ofrece es prácticamente invisible para la gran mayoría.

Una elección que nunca debió darse: Morir de covid o morir de hambre

Eso explica el desborde social que tiene la forma de una imparable lucha por la supervivencia, incluso a costa de poner en riesgo la vida. A ello se sumará el reinicio de actividades económicas, sin que se haya alcanzado un nivel de control de la pandemia, sin haber cambiado las condiciones insalubres del sistema de transporte y sin haber asegurado protocolos de seguridad eficaces en los centros de trabajo.
¿Cómo hemos llegado a esta situación que amenaza la vida de decenas o centenas de miles de personas en el Perú? ¿Es que se trata de una fatalidad inevitable?

Pero no aplicó la misma política de guerra con los recursos de infraestructura y transporte en manos del empresariado, ni con las clínicas privadas ni con las plantas de producción de oxígeno que poseen empresas industriales y mineras.

Descontrolada expansión y letalidad del virus son evitables

El virus es altamente contagioso y letal, pero no es verdad que una descontrolada propagación o letalidad sean inevitables. Existen varios ejemplos de países europeos y asiáticos que así lo demuestran, pero incluso aquí en Latinoamérica, en Guayaquil, Ecuador, donde la pandemia llegó a extremos aterradores hasta alcanzar las ¡460 muertes diarias!, en poco más de un mes se logró bajar a ‘cero muertes’ gracias a que se volcaron los recursos que hicieron posible buscar a los enfermos casa por casa con pruebas covid, medicinas y alimentos, y tener suficientes centros de hospitalización y cuidados intensivos.

Sin embargo, en el Perú, Vizcarra optó deliberadamente por privar de los recursos necesarios a la lucha contra la pandemia, en una acción completamente opuesta a lo que ha venido diciendo en interminables conferencias adormecedoras, tan falsas como el anuncio de la “meseta” desde el mes de mayo.

Hace más de tres meses Vizcarra decretó la cuarentena y sacó a las fuerzas armadas y policiales para controlar el aislamiento social, como en una guerra. Pero no aplicó la misma política de guerra con los recursos de infraestructura y transporte en manos del empresariado, ni con las clínicas privadas ni con las plantas de producción de oxígeno que poseen empresas industriales y mineras.

Vizcarra tampoco tocó un pelo de las grandes fortunas acumuladas en las décadas de bonanza, beneficiadas con millonarias exoneraciones tributarias y otros privilegios que explican entre otras cosas por qué tenemos el peor sistema de salud pública del mundo.

Los escasos recursos económicos para financiar las ampliaciones del servicio médico, los extrajo del mismo presupuesto fiscal de un Estado minúsculo creado por décadas de neoliberalismo. Por ello es incapaz siquiera de atender a los enfermos graves que llegan a los hospitales, y con mayor razón es incapaz de buscar a los enfermos casa por casa llevando pruebas y medicinas como una medida indispensable y urgente para contener la expansión del virus y salvar vidas humanas frenando la letalidad.

Y es que la opción de Vizcarra es y sigue siendo impedir a toda costa que esta crisis la paguen los ricos. Antes que eso optó por darles todas las herramientas legales para protegerlos, como la “suspensión perfecta” de labores por la cual miles de trabajadores perdieron su fuente de ingresos en plena crisis.

Mientras tanto se destinan miles de millones de soles de la reserva fiscal y de nuevo endeudamiento público para el plan “Reactiva Perú” que no sirve para enfrentar esa otra terrible “pandemia” que es la recesión económica mundial. Los primeros 30 mil millones de soles en un 75% han sido recibidas por las medianas y grandes empresas, muchas de las cuales han echado trabajadores a las calles o han aplicado suspensión perfecta de labores.

A este desastre se suman los criminales casos de corrupción para lucrar a costa de la vida de las personas. Ni la reducción de los sueldos de altos funcionarios, que a estas alturas se evidencia más como el sello del fracaso que como un acto de desprendimiento, puede evitar el creciente descontento de la población.

A pesar de esto, el gobierno se beneficia de un consenso de los sectores políticos, incluyendo las bancadas de izquierda o izquierdosas, así como el empresariado en torno al meollo de la política oficial como si no hubiese otra alternativa. En ese marco se producen confrontaciones en torno a políticas de segundo orden en la actual coyuntura, que tienen que ver más con intereses particulares de sectores económicos o planes electorales del 2021.

Necesidad de un plan alternativo obrero y popular

En este contexto es crucial para los trabajadores impulsar una gran lucha organizada por las reivindicaciones, hoy más que nunca una lucha por la supervivencia. Tenemos que hilvanar las demandas dispersas por la reposición de despedidos, contra la suspensión perfecta y contra las reformas antilaborales en una plataforma que incluya la demanda por una verdadera política contra el coronavirus que provea con urgencia las condiciones médicas y sociales necesarias y suficientes, volcando hacia ello todos los recursos de la nación, principalmente aquellos que encuentran en manos privadas. El principal obstáculo para ello, ya sabemos, es el gobierno.

Esta lucha estará estrechamente vinculada a la acción de los trabajadores frente a la recesión que amenaza agravarse a extremos que no hemos visto en muchos años, y que el gobierno y los empresarios buscarán descargar sobre los hombros de los trabajadores.

La lucha unitaria y organizada de la clase trabajadora es indispensable para evitar la masacre que nos tiene preparada el gobierno y el empresariado frente al covid-19 y la recesión.

Mientras morgues colapsan por Covid-19 Vizcarra protege a las empresas y no combate el coronavirus

El número de infectados, hospitalizados y muertos por Covid-19 en el Perú sigue subiendo sin control a pesar de la cuarentena obligatoria. Y esto no se debe principalmente a la imprudencia de la gente que no respeta la cuarentena, tal como sostiene el gobierno.

Aquí lo que está fallando es la política del gobierno que hace agua por todos lados: faltan camas de hospitalización y salas de cuidados intensivos, falta oxígeno, falta personal médico, y cada vez son más las muertes evitables que se dan por falta de atención médica; se deja morir a la gente en sus casas o en hospitales por falta de equipos o médicos.

Y para colmo, falta incluso dónde poner a los muertos. Y nada indica que la cosa va para mejor.

Con hambre no hay cuarentena

La gran mayoría de la población entiende que la cuarentena es condición imprescindible para contener la expansión del virus, pero el gobierno dictó el encierro de millones de familias sin los medios necesarios de subsistencia. Son muchas las personas que no reciben el subsidio monetario ni la canasta de víveres, o que ni siquiera figuran en los padrones del gobierno, lo que hace que cada vez más gente no tenga otra opción que salir buscar la subsistencia del día en un desborde incontenible que hace inútil la cuarentena como medio de contención.

El colapso del sistema de salud y el desborde de la población por la subsistencia, muestran el fracaso del gobierno que no actúa a la altura de la «situación de emergencia nacional» que muchos equiparan a una situación de guerra. Una situación de «guerra al coronavirus» amerita todas las decisiones que aseguren ganar esa guerra, y eso incluye nacionalizar todos los recursos con los que cuenta la nación para la victoria. Bastaría con ver que el austero presupuesto del sector público no ha variado significativamente para comprobar lo lejos que está el gobierno de aquellas decisiones.

El gobierno aplica economía de guerra a los trabajadores y a los ricos no les toca un pelo

Solo hay economía de guerra para los trabajadores. Con la cuarentena obligatoria perdieron su fuente de ingresos más de 2 millones de trabajadores formales y más de 3 millones de trabajadores informales. Son aproximadamente 10 mil millones de soles la suma de los salarios no percibidos cada mes; esa es la «contribución de guerra» que se le exige a la clase trabajadora para vencer al coronavirus. ¿Cuál es la contribución de guerra que se ha exigido a las familias más ricas, de las cuales solo las primeras 10 o 12 poseen aproximadamente 100 mil millones de soles? Pues cero soles. ¡Nada! Por el contrario, sus empresas siguen lucrando en medio de la crisis tales como las empresas de alimentos, mineras, bancos, clínicas privadas, farmacias, telefonía, electricidad y gas.

El gobierno anunció que pidió facultades al Congreso para legislar sobre un «impuesto a la riqueza», pero luego aclaró que sería solo un impuesto a los sueldos altos y solo una meta de 300 millones de soles. Como referencia digamos que cada 10% de las primeras grandes fortunas del país equivale a 10 mil millones de soles, pero no se toca.

Protegiendo los intereses de los ricos no se lucha contra el coronavirus

Hay que decirlo con todas sus letras. En esta emergencia que amenaza la vida de toda la población nacional, el gobierno no asume como misión principal la lucha contra el coronavirus, sino la de servir de barrera de protección de los intereses de los grandes empresarios y transnacionales, los dueños de las grandes fortunas.

Las camas de hospitalización aumentan a cuentagotas porque se recicla el mismo presupuesto del año, solo ampliado marginalmente con nueva deuda pública. Hay carencias tan absurdas y a la vez criminales como la de equipos de protección para el personal médico.

Esa economía de austeridad explica también por qué la gran mayoría de trabajadores en cuarentena no acceden al subsidio monetario, y que muchos tengan que salir a buscar la subsistencia, o que otros muchos busquen regresar a sus regiones de origen caminando miles de kilómetros sin ninguna asistencia. Y todo esto no hace más que ayudar a expandir el virus.

Sumado a esto, el gobierno, en su papel de barrera de protección de los intereses empresariales, agrava la situación permitiendo la «suspensión perfecta» de labores, empujando a más trabajadores a una cuarentena de hambre, o a gastar sus propias reservas de CTS o AFP.

Más carne de cañón

El gobierno ya había relajado la restricción a actividades no indispensables como la minería, y permitido la falta de protección de los trabajadores en actividades indispensables, lo que dio como resultados muchos obreros contagiados y enfermos, y hasta los primeros muertos.

Y ahora también relaja el límite de obesidad de 30 a 40 para el reinicio de actividades, lo que en la práctica significa exponer las vidas de las personas con obesidad severa en nombre de la ganancia capitalista.

Urge una política centrada en salvar la vida al pueblo trabajador

Si el virus se expande a su actual velocidad, en un mes sobrepasaremos las cifras fatales de Italia, España o Francia. Y si el virus no discrimina, la política del gobierno y el sistema de explotación hacen que la mayor cantidad de víctimas sean los sectores más pobres del pueblo trabajador.

Por ello, dar carta blanca al gobierno o callar la denuncia en nombre de la unidad y la concertación, como lamentablemente hacen dirigentes de gremios y congresistas vinculados a las organizaciones sociales, es condenar al pueblo a la peor masacre de su historia. Se hace imprescindible que la clase trabajadora, con todos los medios que la situación permita, desempeñe un rol fundamental en la lucha por una política centrada en emprender una verdadera guerra al coronavirus, que ponga al centro medidas de contención con una cuarentena sin hambre por todo el tiempo que sea indispensable, y un vuelco de todos los recursos necesarios al sistema de salud y sanidad pública. Y para hacer posible ese plan, crear un impuesto no menor al 10% a las grandes fortunas, y medidas de control en la distribución de bienes y servicios de consumo masivo.

Las luchas por la reposición de despedidos, o por la anulación de la “suspensión perfecta” de labores, es parte indesligable de ese objetivo.

La crisis del Covid19 ha desnudado las condiciones de barbarie no solo de la salud pública, sino también de la educación pública, del carácter precario del empleo, del descomunal robo que representan las AFP y la expropiación de un sistema de jubilación digno, todo ello producto de muchos años de medidas a favor de multinacionales y grandes empresas y en contra de los intereses nacionales y populares. Por ello, el plan alternativo contra el Covid-19 no puede estar desligado de un plan nacional obrero y popular que dé una solución de fondo a estos problemas en la perspectiva de un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo.

¿A dónde vamos?

Es la pregunta que todos los trabajadores nos hacemos frente a la actual situación. ¿Cuándo acabará? ¿Qué sucederá? ¿Qué salida tenemos?

Alejado de todo pesimismo infundado (el fin del mundo), y de su otro extremo el optimismo ciego, tratemos de ver la realidad tal cual es con la información disponible, para prever los escenarios próximos futuros en sus aspectos más relevantes.

El escenario general

Estamos ante una pandemia más en la historia humana cuyo antecedente inmediato por su magnitud es la Gripe Española de 1918 que dejó un saldo de entre 20 a 40 millones de muertos en el mundo.

El Covid-19 es un virus menos letal, sus efectos son solo devastadores sobre personas mayores y vulnerables, pero de fácil propagación, más en el mundo globalizado y altamente urbanizado. Sobre sus impactos en Perú se habla que será similar a la Guerra del Pacífico.

Pero estamos en un mundo capitalista donde los conocimientos y recursos no se usan para fines sociales sino son medios para generar ganancias.

Si la Gripe Española ocurrió hace un siglo, ¿la tecnología, la ciencia y los gigantescos recursos que dispone la humanidad no podrían evitar la catástrofe? Por supuesto. Pero estamos en un mundo capitalista donde los conocimientos y recursos no se usan para fines sociales sino son medios para generar ganancias.

Con excepciones como Suecia y Corea del Sur que siendo capitalistas han respondido con cierta eficacia al virus, el mundo se enfrenta a una amenaza incontrolable porque en diversos grados se ha descuidado y hasta abandonado los sistemas de salud públicos, más en los países subdesarrollados como el nuestro.

Por eso el recurso frecuentemente usado ha sido el confinamiento absoluto obligatorio, para dar tiempo a equiparse a los disminuidos sistemas de salud, controlar la pandemia y poder atender a los casos más graves. Las pérdidas en la economía son asumidas como un costo porque de no actuar así el resultado podría ser peor. Esto es lo que han hecho los países del occidente de Europa, pero con tardanza, hasta que ahora lograron aplanar la curva y ya inician una apertura gradual. En el otro extremo, Trump, Bolsonaro y López Obrador, se oponen a paralizar sus economías y empujan al contagio y a la muerte masiva a sus pueblos.

Los dos polos, sin embargo, comparten una misma política que en esencia se centra en preservar los negocios capitalistas y sus Estados secundarizando el combate al Covid-19. La supuesta “humanidad” de los europeos occidentales se reveló en las numerosas muertes por falta de atención y los déficits de sus sistemas sanitarios, y la obligación de trabajar en muchas industrias permitiendo la extensión del virus. El otro sector es simplemente cruel: las cifras dicen poco de la realidad terrorífica que se vive día a día en dichos países.

Vizcarra

En este cuadro, Vizcarra pretendió ubicarse más adelante que los mismos europeos cuando el 15 de marzo anunció el inicio de la cuarentena afirmando que “vamos a evitar que suceda lo de España e Italia”. Muchos, entonces, aplaudieron al Presidente, y hasta lo erigieron en líder mundial impulsando la popularidad que aún hoy lo beneficia. Sus pares de la región lo emularon. Desde los balcones las clases medias aplaudían a los militares que patrullaban las calles pensando que la pesadilla se acababa en quince días. Una segunda, una tercera y hasta una cuarta prórroga totalizando 70 días de cuarentena, fue minando la credulidad general hasta convencernos de una realidad que cada día golpea nuestras cabezas: los contagios y las muertes no paran de crecer un solo minuto, el sistema sanitario está colapsado y lo que se viene es de terror.

La élite gobernante no conoce al Perú: 800 mil viven hacinados, entre 7 y 8 millones no tienen agua, 70% vive al día desempeñando diversos oficios, 50% no tiene refrigerador para “comprar para toda la semana”, las mujeres cargan con las tareas domésticas y realizan las compras, etc.

El plan Vizcarra expuesto con soberbia en cada una de sus presentaciones televisivas, fracasó rotundamente. Con fórmulas distintas ahora estamos en camino a la Europa que se pretendió superar y a competir entre los peores gobiernos del mundo ante la pandemia. ¿Cómo se explica que Vizcarra nos haya conducido a esta catástrofe que, para peor, aún está en curso?

Vizcarra, por sus propios actos, esterilizó e hizo casi inútil su caballito de batalla: la cuarentena. La élite gobernante no conoce al Perú: 800 mil viven hacinados, entre 7 y 8 millones no tienen agua, 70% vive al día desempeñando diversos oficios, 50% no tiene refrigerador para “comprar para toda la semana”, las mujeres cargan con las tareas domésticas y realizan las compras, etc. Por eso la cuarentena de Vizcarra solo propició más aglomeraciones en los mercados, inmensas colas en los bancos, sumado al hecho de que al no llevar ayuda efectiva a la inmensa población necesitada la forzó a salir.

Tampoco hizo bien la otra tarea para la que se realiza el confinamiento: provisionarse de quipos y poner en pie un sistema de salud medianamente aceptable para hacer la guerra al virus, de tal manera que hoy todo el sistema sanitario luce totalmente colapsado.

Pilatos

Perdiendo paciencia y aun con el peligro de infectarse, la gente rompió la cuarentena presionada por el hambre. El gobierno lo dejó correr, porque incluso militares y policías se encuentran diezmados por el contagio a la que han sido expuestos. Ahora Vizcarra decretó una cuarta cuarentena “chicha”, junto a un plan de reanudación de labores que llevará más gente a las calles. Se han aprobado algunos protocolos para limitar los contagios, pero no hay forma de controlar su cumplimiento porque las municipalidades (llamadas a fiscalizar), no tienen recursos para dicha labor. Se han relajado las restricciones individuales: se subió el límite de edad de 60 a 65 años y los que sufren obesidad mórbida han sido obligados a volver al trabajo. Así, la nueva cuarentena será la cubierta de un incremento de la catástrofe. En realidad ella no busca contener nada sino terminar por desacreditar el mismo confinamiento para luego justificar la catástrofe como inevitable, permitiéndole a Vizcarra culpar a la población “por salir a las calles”.

Esto significa que el gobierno en la práctica nos lleva al “baño del rebaño”, que es la infección colectiva con todo lo que esto implica en medio de un sistema sanitario ya colapsado.

¿Hasta cuándo?

El escenario próximo para Lima es lo que estamos viendo en Iquitos pero multiplicado por 20. El virus se expande hasta que alcanza al 55% de la población y desde ahí comienza a decaer. El trecho que falta es muy largo, por lo que viviremos una grave crisis sanitaria en las urbes de la capital por varios meses; para no hablar ya del panorama que se vivirá en las poblaciones más pobres y alejadas del interior. Ante esta situación el gobierno parece haberse preparado para evitar al menos el amontonamiento de cadáveres en las calles: ha constituido un Comando “humanitario” con la misión de recogerlos y enterrarlos, como quien esconde la basura bajo la alfombra cuidando la sensibilidad de los grandes empresarios que vuelven a poner en marcha sus negocios.

«Ésta catástrofe en términos sociales (enfermedades, hambre, desempleo) nos llevan al límite de la barbarie.»

Es posible que esta situación ya bastante dura en sí misma, se extienda a lo largo de los siguientes meses con colapsos y otras cuarentenas. La esperanza es que llegue la vacuna, pero ésta recién estará disponible en el segundo semestre del 2021. Por otra parte, una investigación que revela el diario El País de España (8 de mayo), dice que ninguna vacuna asegura el 100% de protección, también dice que no habrá un 100% de inmunidad de los infectados y que habrá recontagios, y por último prevé dos olas más de la pandemia aunque con impactos menores. Hay que aceptar pues que estamos ante una crisis sanitaria que da para más y que se extenderá por dos años con todas las secuelas que ya estamos viendo.

La economía

Sus impactos sobre la economía son de una gravedad sin precedentes. El PBI de este año caerá hasta -16%, donde cada punto significa 50 mil empleos menos y, por consiguiente, crecimiento inusitado de los niveles de pobreza; y podría llegar a -20% si es que el gobierno no cambia de política. La crisis es mundial y la posterior recuperación se estima que será lenta, de tal manera que recién el 2022 podríamos alcanzar los valores de producción del año pasado.

Ésta catástrofe en términos sociales (enfermedades, hambre, desempleo) nos llevan al límite de la barbarie. El nuevo ascenso de la economía se iniciará con costos más bajos de la mano de obra, menos derechos y predominando la precariedad laboral, así como con la imposición de drásticos ajustes en el presupuesto público a fin de cubrir los déficits generados.

¿Hay salidas?
Este es el terrible escenario que nos ofrecen el gobierno y sus mentores de la CONFIEP. Pero esta no es una ley de Dios escrita en piedra y ante la cual solo cabría resignarse. Es la única forma cómo puede actuar un gobierno de capitalistas preocupado por proteger sus negocios y su orden antes que las necesidades de las mayorías: en tiempos normales las explota y en tiempos de pandemia las empuja a morir.

Pero esto sólo puede ocurrir si lo permitimos. La única manera de evitarlo es luchando. Ya no se trata de luchar por un pliego de reclamos o algunas mejoras dentro del sistema porque ya no tienen cabida. Se trata de luchar por la vida y esto implica cuestionar y enfrentar al mismo orden y a su Estado y plantear una alternativa de gobierno.

En 1917, llevados a la muerte y a la hambruna por su gobierno que decidió ser parte de la Primera Guerra Mundial, las masas rusas encontraron en la revolución la única salida para salvar sus vidas y sus destinos, y construyeron una nueva sociedad socialista. Un camino nada fácil pero sí la única salida ante la barbarie. Estamos colocados en una situación semejante. En este camino, la forja de los organismos independientes de lucha de los trabajadores y los pobres, la puesta en pie de un partido revolucionario dirigente en torno a un programa que recoja sus verdaderas necesidades, son las tareas indispensables en las que ya es preciso que avancemos.

Iquitos revela la falsa lucha del Gobierno contra el COVID

Foto: Juan Arellano – Niño trabajador en Belén, Iquitos, Perú

Por Renato Achata
Dirigente magisterial de Iquitos

“No quiero morir, necesitamos un puente aéreo, yo me estoy controlando solo, mi paracetamol se me está acabando, mi nebulizador está siempre conmigo, siento que mi institución me ha abandonado”. Nos narra interrumpido constantemente por una tos seca, un joven médico internista convertido en intensivista en el Hospital Regional de Loreto, en medio de un sistema de salud colapsado y sumido en una grave corrupción.

El testimonio resume la tragedia que hoy se vive en las calles de Loreto, identificado como el pulmón del planeta pero que se asfixia por falta de oxígeno.

Pero la ineficacia e inacción del Gobierno Regional, en una región que ya venía enfrentando la epidemia del dengue y leptospirosis, llevó al actual desborde.

Aquí, luego de 30 años de neoliberalismo que desmanteló la salud pública, ningún martillazo funcionó, y por el abandono el virus se desbocó quebrando todo pronóstico.

Al inicio todo era optimismo en las calles. La frase era “no pasa nada, el Covid 19 muere en el calor”. Pero la ineficacia e inacción del Gobierno Regional, en una región que ya venía enfrentando la epidemia del dengue y leptospirosis, llevó al actual desborde.

Hasta en la muerte hay mezquindad, El MINSA mantiene la cifra de 75 fallecidos, cuando el Hospital Regional contabiliza 750 decesos solo en la semana del 02 al 09 mayo, con una tasa de muerte de un fallecido por hora, con pacientes que mueren sentados en sillas o tirados en los pasillos.

En las redes sociales que son los únicos medios de expresar algo en cuarentena, cada hora un nuevo amigo se va, cada hora una maestra clama “adiós amor, por qué te fuiste”, cada hora un padre despide a un hijo o un hijo despide a su padre. Y cada minuto muchos preguntan por el oxígeno, por el manómetro para el balón, por si saben de alguien que murió dejó su balón, y si lo alquila o lo vende.

Fuente: Euronews – Francisco Fuentes con AFP, EFE

Ante el abandono, la unidad

Incapaz y consumido por la corrupción en su gestión, el Presidente Regional, Elisbán Ochoa, ha optado por ocultarse. Pero el rol del Gobierno Central no es mejor. Por su responsabilidad se dejó contagiar a 150 médicos
al no darles debida protección. Varios ya han muerto por falta de oxígeno. El único nefrólogo de la ciudad a muerto en la primera línea y con él murió también el servicio de diálisis dejando a su suerte a cientos de pacientes. Lo mismo ha ocurrido con el único oncólogo, que ha muerto dejando sin posibilidad de atención a pacientes con cáncer en la ciudad.

El ministro Zamora llegó a la ciudad pero con las manos vacías. No trae respiradores ni camas UCI.

Para peor, funcionarios ligados a la gestión de Ochoa habían montado verdaderas redes mafiosas que se hacen de los medicamentos y los trajes de protección, para luego venderlos en el mercado negro.

En defensa de la vida y como respuesta a la muerte, convocados por un reconocido párroco, el pueblo de Loreto juntó más de un millón y medio de soles en un día para hacerse su propia planta de oxígeno con la esperanza de salvar vidas. Esta histórica acción ha demostrado que movilizados y organizados el pueblo puede cambiar su suerte.

A falta de salud médica la gente recurre a lo último: la medicina casera. Buscan cordoncillo o matico que dicen bajan la fiebre. Toman jengibre con limón. Hacen gárgaras con vinagre, queman eucalipto o toman agua de eucalipto…

Loreto, la isla bonita asentada a orillas del Amazonas, el río navegable más largo del mundo y rodeada de un gran bosque tropical cuna de la biodiversidad, clama por la vida de sus habitantes.

Gobierno permite a empresas romper cuarentena y exponer a trabajadores

EL COVID 19 ES UNA AMENAZA REAL

CON MÁS DE 195 MIL CASOS y 7,800 fallecimientos en el mundo, nadie puede poner en duda que el COVID19 es una amenaza real para la población de todo el mundo, pero en particular para la enorme mayoría trabajadora y pobre del mundo, que además de vemos expuestos/as en el trabajo, en los buses y trenes donde viajamos hacinados, tenemos que hacer frente a la pandemia sin los recursos mínimos (dinero, agua, desagüe, medicinas) y con sistemas de salud públicos colapsados, sin oxígeno ni camas para atender la emergencia, por años de desfinanciamiento a causa del modelo económico neoliberal.

El crecimiento de los afectados en el mundo está en fase de aceleración, a ritmo de 15,000 promedio por día en los últimos días. En muchos países la expansión del virus ha escapado del control, principalmente ante la ausencia de medidas de contención.

Por esa razón, sin desmedro de exigir solución a los otros males que nos aquejan (dengue, contaminación de poblaciones enteras por los efectos de la explotación minera, reconstrucción del sur y el norte, y un largo etc.), la contención y mitigación del COVID19 es una necesidad prioritaria y exige medidas de Estado radicales donde la salud pública esté por encima de cualquier otro interés.

La medida de cuarentena o aislamiento social es una medida responde a esta necesidad. Sin embargo, también en esto el gobierno de Vizcarra muestra su hipocresía y carácter patronal.

UNA CUARENTENA HIPÓCRITA

EN NUESTRO PAÍS, HEMOS INGRESADO A LA «FASE 3» DE PROPAGACIÓN DEL VIRUS, o “contagio comunitario”, lo que significa que se ha perdido el seguimiento de los infectados, y en ese sentido si bien son 145 los casos oficiales confirmados a la fecha, el número real debe ser mucho mayor.

Siendo esta la realidad, queda en evidencia que la cuarentena ha demorado más de lo debido. ¿Cuál es la razón de la demora? como ha ocurrido en otros países, Vizcarra ha puesto por encima de la salud de la población, los intereses de las empresas, que no están dispuestas a que las y los trabajadores dejemos de asistir al trabajo y seguir pagando nuestros salarios.

El estado de emergencia impone en el papel una suspensión total de actividades productivas que no son consideradas esenciales; se autoriza solo la continuidad de la producción de alimentos de primera necesidad, medicinas, y el funcionamiento de mercados, bancos, farmacias, establecimientos de salud, transportes y servicios conexos esenciales. En consecuencia, todas las empresas industriales y mineras debieran estar obligadas a suspender sus actividades. La realidad, a tres días de iniciada la cuarentena, es otra: En primer lugar, luego de indicar que los 15 días de “aislamiento social” era días de licencia con goce de haber, el gobierno ha definido que estos días deberán ser “recuperados”. Es decir, trabajados, con lo que terminamos siendo los propios trabajadores y trabajadoras quienes pagaremos los días de cuarentena. Como siempre, los patrones no pierden.

Pero más aún. Mientras de un lado, se ha impuesto prácticamente la ley marcial en las calles, miles de empresas le están sacando la vuelta a la ley de varias maneras.

Las mineras se han resistido a paralizar sus actividades. El gobierno ha cedido a sus presiones y de la Confiep, y ha autorizado sus actividades, rompiendo el aislamiento social, concretando un grave atentado contra los trabajadores y la salud pública.

Otras empresas están buscando despedir a sus trabajadores aprovechando el pánico; este ha sido el caso de Cineplanet. gracias a las denuncias los trabajadores han sido repuestos.

Y también están las empresas que han dado vacaciones forzadas desnaturalizando la finalidad de la cuarentena y en este caso alentados por la Ministra de Trabajo.

Si a esto sumamos que en medio de la emergencia los especuladores pescan a río revuelto encareciendo los productos de primera necesidad y materiales necesarios para controlar la epidemia como mascarillas y alcohol en gel, una vez más queda claro que somos los trabajadores y trabajadoras los más afectados y expuestos.

30 AÑOS DE PLAN NEOLIBERAL

A PESAR DE LA EMERGENCIA, el gobierno de Vizcarra sigue fiel a la política de austeridad del plan neoliberal que en treinta años ha llevado al colapso del sistema de salud convirtiéndolo en incapaz de enfrentar una crisis como la del COVID19.

El presupuesto extraordinario a las justas alcanzó para dotar de papel higiénico y jabón los baños de los principales hospitales, pero muchos de ellos en el interior del país permanecen en estado de ruindad, con baños insalubres, sin agua y sin servicios higiénicos, verdaderos focos infecciosos.

Es decir, no se enfrenta el problema de la infraestructura de salud construyendo nuevos hospitales, salas de cuidados intensivos y respiradores artificiales y otros equipos que según los especialistas son esenciales para esta crisis.

Tampoco contrata el personal médico, técnico médico, enfermería y servicios para atender la crisis. Se conoce la necesidad, pero este gobierno renunció a tocar las ganancias empresariales para financiar un verdadero plan de emergencia médica nacional.

Además, en momentos como este es cuando resalta la tragedia de los millones de trabajadores informales (65% de la población empleada) que no recibirán remuneraciones durante la cuarentena; el subsidio de 380 para tres millones de familias es inferior a la mitad del salario mínimo y no llegará a todos los necesitados.

También resalta el drama de millones de personas que no tienen acceso al agua potable, o que no cuentan con una vivienda mínimamente salubre, tanto en la Capital como en el interior del país, y a causa de esto miles mueren por consumir agua contaminada desde mucho antes de la llegada del coronavirus. Y no existe de parte del gobierno un plan de emergencia para dotarlos de agua potable y vivienda digna. Es otra gran perforación del aislamiento social.

A LAS Y LOS TRABAJADORES DEBE QUEDARNOS CLARO: EL GOBIERNO NO OFRECE NINGUNA GARANTÍA PARA CONTENER, NI MITIRGAR, LA EXPANSIÓN DE LA EPIDEMIA DE COVID 19, PORQUE ESTÁ SUBORDINADO AL PLAN ECONÓMICO NEOLIBERAL Y AL INTERÉS DE LAS GRANDES EMPRESAS Y TRANSNACIONALES.

URGE UN VERDADERO PLAN DE EMERGENCIA NACIONAL

RESULTA INCONGRUENTE, DE PARTE DE LA DIRIGENCIA DE LA CGTP, denunciar el estado de emergencia como una maniobra del gobierno para impedir las movilizaciones, y al mismo tiempo suspender la jornada del 19 de marzo sin brindar ninguna orientación de organización para esta situación. Por otro lado, la política de las organizaciones de la izquierda reformista, en particular la representación en el congreso lleva su apoyo al gobierno al extremo de subordinarse a un plan de emergencia que subordinado a los intereses empresariales y que no garantiza la contención del COVID-19.

Está en las manos de la clase trabajadora, esa misma que hoy está en primera línea en esta batalla para salvaguardar la vida de toda la sociedad, tomar acción para asegurar un verdadero Plan de Emergencia Nacional que contenga y elimine la epidemia. Para ese fin se requiere fortalecer las organizaciones obreras y populares, y discutir y aprobar una plataforma de medidas como las siguientes:

  1. ASEGURAR CON URGENCIA EL AISLAMIENTO SOCIAL EFECTIVO, paralizando sin excepción las actividades industriales y mineras y toda empresa no vinculada a los bienes y servicios esenciales (como alimentos básicos, medicinas, transportes y telecomunicaciones), decretando sanciones drásticas y hasta la expropiación sin pago de empresas que infrinjan la prohibición.
  2. Contratación de todo el personal necesario, médico, técnico médico, enfermería y servicios generales con capacitación, equipamiento y protección adecuados para un servicio de salud óptimo frente a la crisis.
  3. Plan de infraestructura y equipos médicos de cuidados intensivos. Requisa de clínicas privadas y grandes hoteles, lo mismo que los productos de los laboratorios bajo control del sistema de salud ante un agravamiento de la crisis.
  4. Dotar gratuitamente de materiales y equipos de esterilización y de higiene, como papel, mascarillas y alcohol, así como acciones de fumigación y desinfección en todos los puntos de tránsito de las personas.
  5. En todos los centros de trabajo incluidos en la prohibición, licencia por cuarentena con goce de haber, no compensable ni con horas extras ni vacaciones ni ningún otro medio. Las empresas no deben lucrar con la necesidad social.
  6. Plan de urgencia económica para los trabajadores informales. Plan de trabajo social con salarios dignos.
  7. Plan urgente de vivienda social y acceso universal al agua y saneamiento.
  8. Suspensión del pago de alquileres, deudas bancarias por hipotecas de vivienda.
  9. Un servicio de transporte en máximas condiciones de higiene y seguridad.
  10. Control del abastecimiento y de los precios, sanciones ejemplares a los especuladores.
  11. Aumento general de salarios para enfrentar los costos de la crisis.

Por esa razón, si bien las medidas de aislamiento social impiden la realización de movilizaciones masivas y otras medidas de lucha popular, y es necesario acatar el aislamiento social, los trabajadores necesitamos ahora más que nunca fortalecer nuestra organización y nuestra independencia sin ninguna confianza en el gobierno, para imponer e incluso liderar un verdadero Plan Nacional de Emergencia.

Como parte de esto necesitamos continuar la defensa de nuestros derechos contra los ceses colectivos y despidos, con medidas de vigilancia y denuncia, y medidas de contención de los abusos empresariales.

Lima, 18 de marzo de 2020

Los ceses colectivos empiezan a extenderse

40 despedidos en Cogorno, 190 en Hialpesa, 71 en BSH… y amenaza extenderse más a pedido de la CONFIEP

El dirigente Máximo Gutiérrez de Hialpesa, de manera imprevista se cruzó en la calle con la gerente de la empresa y lo abordó con la pregunta que ronda en la cabeza de los trabajadores: “¿Por qué nos botan?” A la que ella respondió: “Qué quieren, la empresa ya no los necesita”. Para un trabajador, que dedica la vida a una empresa y con la que llega a identificarse pese a sus abusos, dicha respuesta representa un mazazo en la cabeza. Pero es la única verdad. Para el capitalista los obreros somos una mercancía más, que contrata cuando necesita explotarnos y, cuando no nos necesita nos echa, como dice la gerente. En los actuales ceses colectivos vemos el funcionamiento perverso del sistema capitalista.

Aunque es un problema que viene de atrás, los ceses colectivos en curso han encendido la alerta roja entre los trabajadores que, con preocupación, se preguntan si son casos aislados o son una amenaza real que está creciendo. Veamos.

Primera cuestión: ¿deben existir los ceses colectivos?

Empecemos por el principio. El primer problema que tenemos es la existencia de un marco legal (DS 003-97-TR o Texto Único Ordenado del DL 728) que facultan los ceses colectivos sustentados en las siguientes razones: a) causa fortuitas o de fuerza mayor (un terremoto, un incendio), b) motivos económicos, estructurales o cambios tecnológicos, c) quiebra de la empresa y d) reestructuración patrimonial.

Aquí se plantea un primer y grave problema: si, como dice el derecho universal y la propia Constitución vigente, el trabajo es un “derecho” y es “base del bienestar social y un medio de realización de la persona” (Art. 22), los ceses colectivos no deberían existir, o deberían prohibirse. Sin embargo existen. Dichos principios, sobre el derecho al trabajo, en realidad son letra muerta porque la ley misma los vulnera. En los ceses, los propios trabajadores son obligados a “negociar” los despidos, basados en el falso entendido de que deben garantizar la “rentabilidad” de la empresa. Cuando hay ganancias a los trabajadores nos mezquinan hasta las utilidades pero, cuando hay pérdidas, tenemos que pagar el costo, pese al enorme patrimonio que acumularon las empresas gracias a nuestro trabajo de años.

Del mismo modo debemos preguntarnos: ¿Por qué en lugar de cerrar plantas o secciones, o producir cambios tecnológicos desapareciendo puestos de trabajo, no se reduce la jornada laboral para dividirla entre todas las manos disponibles sin rebaja de salarios? ¿Por qué aceptar los cierres, como en el caso de las dos inmensas plantas de Cogorno, en las que se produce un alimento indispensable como fideos, en un país con 20% de pobreza extrema? En Argentina, producto de la crisis del año 2001 se cerraron más de cien empresas, pero los trabajadores las ocuparon para mantener sus empleos y producir bienes para la población, y el Estado tuvo que reconocerlos.

Los empresarios y autoridades jamás piensan en estas posibilidades porque, como decimos al inicio, su mentalidad es capitalista: lo que no le produce ganancia no sirve. Pero los trabajadores sí debemos plantearnos esas posibilidades, porque es la única forma de defender realmente el trabajo y el bienestar de nuestro propio pueblo.

Nada de lo dicho suena exagerado si lo vemos a la luz de lo que ocurre con la economía. Luego de un período de bonanza del 2004 al 2013 entramos a un período de estancamiento en la economía, cuyo crecimiento ronda el 3%. Este año estamos peor: en abril creció 0%, en mayo 0.63%. Además, dependemos de la economía mundial, que para muchos especialistas va hacia una nueva y grave crisis. Entonces, si hubiera una grave crisis, ya sabemos que cerrarán las fábricas y nos echarán masivamente a la calle, y para eso hay que estar preparados. Los empresarios ya se están preparando. María Isabel León, presidenta de la Confiep, visitó Palacio para solicitar que se flexibilicen más los ceses colectivos, y lo sustentó así: “Lo que no podemos hacer es mirar un enfriamiento de la economía y quedarnos en el balcón esperando que otro lo resuelva….”.

Los ceses en el actual momento

Desde el 2014, cuando se inició el llamado “enfriamiento de la economía”, todos vemos cómo las empresas, al ver reducir sus expectativas de obtener más ganancias, por el crecimiento de sus volúmenes de ventas, se enfocan en aumentar la rentabilidad reduciendo sus costos de producción. Y si las máquinas y materias primas mantienen sus precios, solo pueden reducir costos reduciendo el costo de la mano de obra, es decir los salarios. Hay dos formas de reducir los salarios: reemplazando los obreros más “costosos” por otros más baratos; esto intentan las empresas ahora despidiendo estables y tomando contratados o tercerizando. La otra es intensificando la
producción, cambiando los horarios, los lugares de trabajo, colocando cámaras, etc. Así buscan que lo que antes producían dos obreros ahora lo haga uno, con lo que la patronal se “ahorra” muchos salarios.

A esta finalidad también responden las medidas antilaborales que dicta el gobierno: el derecho de huelga es recortado con el decreto que autoriza a las empresas a declarar todo puesto de trabajo como “indispensable”; las vacaciones son pulverizadas; las inspecciones de trabajo se relajan… Y, como plato de fondo, plantean suprimir la estabilidad anulando la reposición ante el despido arbitrario (DS 345). Sin embargo, lo que en esencia buscan los empresarios es tener las manos libres para hacer lo que quieren en su interior. El obstáculo de esa libertad son los sindicatos combativos y los dirigentes que pelean y se defienden, en las calles y en los tribunales. Por eso los empresarios han encontrado en el marco legal de los ceses colectivos la herramienta perfecta para arrasar con los sindicatos y sus dirigentes. Esto es lo que viene ocurriendo.

De acuerdo con la información reunida por el dirigente Ronny Mendoza, en los últimos cuatro años se han presentado ceses colectivos en 25 empresas y se ha afectado a más de 3000 trabajadores, en su mayoría de pequeñas empresas. Todos los casos presentados a la fecha se sustentan en el punto b) de motivos económicos y estructurales, que es una definición tan genérica y laxa que sirve al propósito de las empresas para “justificar” los ceses y atacar a los sindicatos y sus dirigentes. Por ello en Hialpesa, que tiene 2300 trabajadores, la mayoría son contratados, el cese afecta casi solo a los sindicalizados y dirigentes. En Cogorno también: cesan a los sindicalizados y dirigentes, mientras en las otras plantas de la empresa se duplican y triplican funciones entre los trabajadores porque “falta de mano de obra”.

La “suspensión perfecta de labores”

Por esta razón, porque son fraudulentas, la mayoría de las solicitudes de ceses vienen siendo rechazadas total o parcialmente. ¿Por qué entonces las presentan? Como en todos los casos de atropello laboral, la empresa siempre ejerce el abuso y busca consumarlo con su poder y con la complicidad del Ministerio de Trabajo y, muchas veces, ganan por la debilidad de los trabajadores. Para hacer los juicios el trabajador debe vivir sin salario por mucho tiempo y dedicar energías y recursos para el proceso. Lo mismo ocurre en los ceses colectivos donde, además, deben soportar una presión brutal dirigida a quebrar la resistencia. En Cogorno, luego de haber fracasado el primer intento de cese, la empresa presentó una segunda solicitud involucrando a más trabajadores, y amenaza con presentar una tercera. Por ello, son pocos los que resisten y llegan al final del proceso.

A esta finalidad responde el tema de la “suspensión perfecta de labores”. Toda empresa, al mismo tiempo que solicita y tramita un cese colectivo, declara una “suspensión perfecta de labores”. Con esta “suspensión” el trabajador queda en el “aire”, no trabaja ni es “despedido”, por lo que no cobra ni salario ni puede buscar otro trabajo porque su situación es indefinida hasta que concluya el proceso.

Por este motivo, con independencia de anular el mismo concepto de cese colectivo, la FNTTP ha planteado una iniciativa de ley ante el Congreso de la República para que se suprima de la norma la parte que permite la “suspensión perfecta de labores”, de tal manera que el cese solo proceda desde el momento que resuelva la autoridad, no antes. Del mismo modo, se plantea también la derogatoria del DS 013-2014-TR, porque hace laxa la definición de causal económica.

Dos reivindicaciones precisas que desde ahora están inscritas en las banderas de la clase obrera, y que deben enriquecerse con otras propuestas para defender el trabajo, como la reducción de la jornada laboral para no reducir personal, y, ante los cierres de empresas, que las administre el Estado y controlen los trabajadores. La crisis la deben pagar los que la generan: los mismos capitalistas.

No a la represión de Vizcarra-MMG Las Bambas

El gobierno de Martín Vizcarra amenaza a los comuneros y comuneras de Fuerabamba (Apurímac) con desatar una represión de terribles consecuencias. ¿La razón? Defender los bolsillos de Minerals and Metals Group (MMG), empresa que explota “Las Bambas”, la segunda mina de cobre más importante del país.

El problema

LA COMUNIDAD DE FUERABAMBA (APURÍMAC) PROTESTA por el uso, por parte de MMG-Las Bambas, de una carretera que atraviesa el Fundo Yavi Yavi (Chumbivilcas – Cusco). Terreno, este último, entregado a la comunidad como compensación por la pérdida de territorio que significaba la concesión minera.

En consecuencia, la comunidad exige que se le repare en dinero el costo de un terreno que, habiendo sido dado para remediar el impacto de la mina en su comunidad, se ha hecho inservible para los fines que le habían deparado debido al paso de 300 camiones diarios cargados de mineral. Transporte que provoca contaminación ambiental.

Un gobierno al servicio de MMG – Las Bambas

Pero el problema no queda ahí. MMG – Las Bambas se rehúsa a pagar lo exigido por la comunidad, pretextando que la ruta es una “vía nacional”, es decir, parte de las carreteras del país y, por tanto, de uso público.

Sucede que el gobierno de Vizcarra declaró muy convenientemente, el año pasado, la carretera que atraviesa el Fundo Yavi Yavi como “vía nacional”.

Vizcarra anuncia represión

Bastaría esto para evidenciar que Vizcarra y sus ministros –los que se fueron y los que están hoy-, son  agentes del empresariado y, en particular, de los intereses mineros en el país.

Pero el tema no queda ahí. Tras 200 días de reiniciado el conflicto, y más de 50 de iniciado el bloqueo del paso de los camiones de MMG- Las Bambas por el Fundo Yavi Yavi, el gobierno ha trasladado policías y miembros del Ejército para “resguardar” el ingreso a la mina, hasta donde se había dirigido un piquete de comuneros y comuneras que participan de la protesta.

Como hemos visto tantas veces antes (Conga, Tía María, Espinar, Bagua…), dicho “resguardo” en realidad es la preparación de una acción represiva que busca liberar la carretera para que los camiones de MMG – Las bambas vuelvan a pasar.

Al mismo tiempo, con la intención de descabezar el movimiento y crear zozobra, han detenido a Gregorio Rojas, presidente de la comunidad de Fuerabamba, junto a Jorge y Franck Chávez, abogados de la comunidad, tras participar del “diálogo” establecido con el Ministerio de Energía y Minas en Lima. ¿De qué se les acusa? De ser una “organización criminal” que planificó el bloqueo de la carretera en Yavi Yavi como un medio para  “extorsionar” a MMG – Las Bambas.

Con esto, Vizcarra y compañía –que se escudan en la supuesta “independencia” del ministerio público- sientan precedente en la criminalización de la protesta social, al mismo estilo de Macri en Argentina.

Unir las luchas para derrotar la represión que Vizcarra se cierne sobre los comuneros y comuneras de Fuerabamba

Está claro que el único interés del gobierno, que en sus declaraciones se muestra partidario de “dialogar”, pero que detiene a los dirigentes de la protesta y llena de policías y efectivos del ejército la zona en conflicto, es defender los intereses de MMG – Las Bambas, contra los intereses del pueblo de Fuerabamba.

En esto, Vizcarra no es original: hace lo mismo cuando defiende los intereses del empresariado contra los de la clase obrera, al promulgar la “Política nacional de competitividad y productividad” (D.S. 345-2018-EF), base de la “reforma laboral” que pretende legalizar el despido arbitrario.

Por eso, la clase obrera sólo puede colocarse del lado de los pobladores de Fuerabamba en esta contienda que coloca al frente a los mismos enemigos que enfrentamos día a día: las empresas y al gobierno.

LO DECIMOS FUERTE Y CLARO: VIZCARRA ES EL RESPONSABLE SI, COMO TANTAS VECES, EL CONFLICTO EN YAVI YAVI SE CIERRE CON MUERTOS Y HERIDOS.

Urge que las dirigencias nacionales concreten la unidad en la lucha con la población de Fuerabamba contra la represión de Vizcarra, enemigo del pueblo pobre del campo y la ciudad. No se puede afirmar que el gobierno “actúa bien” frente a la corrupción, pero “hace mal” frente a los trabajadores y el pueblo de Fuerabamba: el gobierno es uno solo y Vizcarra es su cabeza. La jornada del 3 de abril debe ponerse al servicio de la necesidad de derrotar la política de Vizcarra para Fuerabamba, su política para la “reforma laboral” y su falsa política “anticorrupción” que solo golpea a un bando.

Desde el PST llamamos a la clase obrera, que viene sufriendo los ataques de la patronal mediante ceses colectivos abusivos, a solidarizarse y movilizarse en defensa del pueblo fuerabambino. Nadie más puede levantar las banderas de la solidaridad con la comunidad de Fuerabamba de forma más legítima que la clase obrera. Afirmamos que el derecho que asiste al pueblo fuerabambino de velar por sus intereses recurriendo a las medidas de lucha que considere conveniente, es el mismo que nos asiste como trabajadores y trabajadoras cuando vamos a la huelga y, de manera cínica, la patronal nos acusa de violentistas o “vagos”.

Respaldamos a la comunidad de Fuerabamba en sus demandas, de cese inmediato del estado de emergencia que impone el gobierno desde el año pasado, la liberación inmediata de su presidente Gregorio Rojas y sus asesores, hechos que no ha amilanado a los comuneros sino todo lo contrario, ha llevado el conflicto a un escalamiento desatando una crisis, que se extiende con la lucha de nuevos pueblos vecinos y pronunciamientos de solidaridad regionales.

Si el gobierno y la minera, y todo el aparato judicial y mediático que se ha montado para liquidar la lucha popular terminaran imponiéndose, aumentará su ambición al imponer una “reforma laboral” más explotadora. Por eso es indispensable derrotar la amenaza represiva que el gobierno cierne sobre la población del lugar; una victoria de la lucha del pueblo fuerabambino nos acercará más a la derrota del gobierno afirmando la lucha de la clase obrera contra la reforma laboral anunciada por Vizcarra.

¡NO A LA REPRESIÓN DE VIZCARRA-MMG LAS BAMBAS!

¡SOLUCIÓN INMEDIATA  LAS DEMANDAS DE LOS COMUNEROS Y COMUNERAS DE FUERABAMBA!