PERÚ: ¿A DÓNDE VAMOS?

Por Federico Romero

Entre movilizaciones de masas enfrentadas política y socialmente, una degradación de las instituciones de la democracia burguesa ante la que surgen fuertes llamados a un golpe y mientras el Covid, sin darnos tregua, avanza hacia una tercera ola, Perú vive estos días una grave crisis de pronóstico reservado, nada menos cuando se apresta a celebrar su 200 aniversario como república independiente.

La crisis tiene forma electoral porque habiendo ganado las elecciones por un margen estrecho el candidato de izquierda Pedro Castillo, la burguesía y sus representantes de derecha pretenden que se revise el conteo para robarle votos y favorecer la elección de su candidata Keiko Fujimori. Y aunque quien debe definir el resultado final es el tribunal electoral, la fuerte polaridad en medio de la erosión institucional llevan a que su definición se realice en las calles, a la que ya se han volcado amplios sectores de ambos lados y que, con independencia de su resultado, trae un escalamiento de la lucha de clases en la senda que ya recorre gran parte de América Latina.

En condiciones normales, el Jurado electoral ya hubiera dado como ganador oficial a Pedro Castillo (como en 2016, cuando la misma Fujimori perdió las elecciones por un margen similar). Pero estas no son elecciones normales, aunque en apariencia parecía así y hasta no despertaba interés en un inicio. Se puede decir que empezando por ser normal las elecciones en su desarrollo fue destapando la olla en la que hierven los conflictos de clase y de opresión, no solo de 30 años de neoliberalismo, sino de 200 años de república fallida y que la pandemia atizó.

El choque actual no es expresión de un cambio fundamental en la correlación de fuerzas de clases como, por ejemplo, fue la expresión de la elección de Evo Morales en Bolivia que ingresó a Palacio Quemado montado sobre un intenso y largo proceso revolucionario que empoderó a las masas que habían derrotado en las calles a dos gobiernos burgueses en 2003 y 2005, y permitió la recuperación del gas, aunque sea parcial, y otras aspiraciones. En Perú la lucha de clases aún está lejos de llegar a este nivel. El respaldo a Castillo es manifestación de búsqueda de las masas de una salida por la vía electoral; el mismo Castillo no es ni la sombra de Evo y Perú Libre es una precaria organización de la izquierda castrochavista incapaz — aun si fuera posible– de conducir un proyecto político desde el gobierno. Esto explica en gran medida por qué la maniobra dilatoria de la burguesía para robarle la elección a Castillo, o al menos para deslegitimarla, ya lleva quince días, y desata movilizaciones importantes de rechazo, pero también de apoyo al otro bando y bajo iniciativa de la burguesía.

No obstante, el potencial revolucionario que anida en las masas está ahí, puede estallar y abrir una nueva situación. Para que esto se produzca depende de cómo evolucione y se resuelva la actual crisis, es decir depende de los choques y también negociaciones que se produzcan los siguientes días. Si se impone a Fujimori estallará la lucha nacional, y si se confirma a Castillo volverá la relativa calma, al menos por un pequeño lapso. Pero hay otras opciones como que el proceso se dilate más allá del 28 de Julio colmando la paciencia de las masas, y que el mismo proceso se anule. Por ahora, desde las direcciones y desde el mismo Perú Libre se encasilla el problema en la salida legal y a la negociación con la burguesía intentando ganar su confianza y su luz verde, usando la presión de masas para este objetivo pero limitando la lucha. Pero el otro sector burgués de derecha quiere llegar hasta el final, lo que acelera y potencia el choque.

¿Cómo llegamos a esta situación?

Las elecciones fueron de crisis dado el profundo descrédito de todos los partidos y la creciente desconfianza en el régimen, lo que llevó a que el 30% no concurriera a votar y que el 17% votara en blanco o viciado, y que pasaran a la segunda vuelta dos minorías que sumados no alcanzaron ni al tercio de los votos emitidos. Que esas dos minorías fueran las dos opciones más extremas, hizo que se polarizara el proceso de segunda vuelta.

Keiko Fujimori es cuestionada por el pasivo de la dictadura corrupta que encabezó su padre, por su desempeño obstruccionista a la anterior administración y por ser procesada por corrupción dentro del engranaje del caso Lava Jato en la que también están incluidos los cuatro últimos ex presidentes e infinidad de ex autoridades. Esto la llevó a tener más de 70% de antivoto, pero 13% de los votos emitidos le alcanzó para pasar a la segunda ronda. Pedro Castillo, campesino y profesor rural, con su llamado a un verdadero cambio desde el mismo campo históricamente pobre y muy golpeado por la crisis, se benefició con 15% de los votos válidos. Ambos extremos emergieron expresando también un incipiente proceso de polarización social entre sectores medios que giran a la extrema derecha, y de sectores populares que lo hacen a la extrema izquierda, ante la profunda crisis de dirección del movimiento de masas cuya primera opción (Juntos por el Perú), estaba adaptada al régimen.

Así, la segunda vuelta sería definida por esos dos tercios de los que no votaron por ninguno de ellos, donde muchos que son fanáticamente contrarios a aspectos centrales de la candidatura, se ven obligados a apoyarlo como “mal menor”, bajo la consideración del programa económico que defienden: continuidad (Fujimori) o cambio (Castillo).

Pero esta definición, si bien fundamental, no ha sido del todo claro ni ha sido única porque la campaña fue atravesada por varios problemas donde lo determinante ha sido la campaña sucia y polarizante del bando fujimorista.

El contexto general

La segunda vuelta muestra al país social y geográficamente dividido. La sierra andina eminentemente agrícola y más pobre, dio un voto macizo por Castillo, y Lima y la costa norte e Ica que son más cercanos a los negocios capitalistas modernos, un voto mayoritario por Fujimori. Esta fragmentación no hace más que reverdecer los problemas históricos del Perú instaurados por la colonia, no resueltos en 200 años de república y más bien profundizados en 30 años de neoliberalismo, reafirmando que somos una nación inconclusa con un sistema inviable.

En la tradición histórica, la clase pudiente originada en un puñado de conquistadores y devenido en una élite criolla, siempre vivió cercada en los núcleos urbanos con temor a la masa indígena a las que explotaba y esclavizaba considerándola una raza inferior; y esas masas, sabedores de su fuerza numérica, tuvieron la necesidad de construir una identidad propia luchando contra los blancos urbanos. La forzosa introducción del Perú al dominio capitalista mundial y su formación como un capitalismo de periferia, dio lugar a un país con economía deformada, atrasada y dependiente del capital exterior. Desde la colonia Perú es exportador de oro, plata y otros minerales, siempre en manos extranjeras, y a su lado desarrolló la agroexportación en la franja costera, constituyendo los dos polos en la que la clase dominante funda su riqueza y explota y marginaliza a las mayorías. La sierra andina, agreste y dura, desde la colonia también fue sometida por terratenientes, que por su baja productividad establecieron y afirmaron relaciones serviles de explotación (trabajo gratuito), las que se mantuvieron hasta bien entrada la república. Y aun cuando con una larga lucha los campesinos conquistaron su derecho a la tierra, el atraso de la pequeña propiedad y el abandono del Estado que no es capaz de asistirlos ni de proveer de servicios básicos a sus pobladores, hacen que estas regiones sigan siendo –200 años después– las más atrasadas y pobres. Esta contradicción se hace más evidente no solo por la modernidad y los hábitos de consumo que exhiben las clases altas urbanas, sino ahí mismo en la sierra, que es donde poderosas mineras siguen extrayendo inmensas riquezas de sus entrañas.

Sobre esta base histórica se alinean las fuerzas y ubicación de las clases fundamentales. Las reformas neoliberales estabilizaron la economía y, sobre todo en los últimos 20 años, la hicieron crecer incluso a tasas chinas desparramando beneficios a todas las clases, pero en forma desigual, con lo que las brechas se hicieron más profundas aún. En años recientes el agotamiento del modelo inició la crisis social en el país, y la grave pandemia del covid terminó produciendo una desestabilización general.

La pandemia del covid no solo golpeó más a los trabajadores y pobres del país sino puso al desnudo su extrema vulnerabilidad bajo el actual modelo de economía neoliberal. El covid produjo la más alta tasa de muertes por millón del mundo por la inmensa carencia de hospitales, medicinas, médicos y hasta del elemental oxígeno. En Lima que concentra la economía del país, la mitad de trabajadores perdieron su empleo y la otra mitad perdieron numerosos derechos, entre ellos el salario. Miles tuvieron que retornar de la capital a sus lugares de origen para poder sobrevivir. La gran mayoría de pequeños comerciantes de un país donde el 75% es “informal”, se arruinaron. En la sierra y selva no llega la señal de internet ni se disponen de equipos de cómputo, por lo que los extremos pobres no tienen acceso a la educación básica virtual instrumentada en tiempos de pandemia. Mientras esto ocurría y ocurre de un lado, en el otro los grandes explotadores eran “salvados” con una gigantesca inyección de dinero estatal; salvo algunos días de para obligada, tampoco dejaron de producir y ganar todo este tiempo, sacrificando y tratando a su mano de obra como auténticos esclavos, y muchos hasta se hicieron más ricos (los oligopolios mineros) o lucraron con la vida de los más pobres (oxígeno y medicinas por las nubes), mientras podían protegerse del covid. Todo esto fue producto claro y nítido de una política de clase aplicada y dirigida desde el Estado (que además luce podrido en corrupción), y que las mayorías identificaron, e identifican perfectamente aún hoy, mientras lloran a sus muertos, tratan de sobrevivir o luchan por sus derechos.

Toda esta realidad tuvo sus primeras manifestaciones sociales en la gran rebelión del 14 de noviembre que derrotó la imposición por parte del Congreso de un nuevo gobierno de la corrupción, y en la poderosa huelga del proletariado agrícola que conquistó la derogatoria de la ley que simbolizaba la esclavitud laboral en el Perú. Estas manifestaciones, sin embargo, no escalaron hasta un cambio de correlación de fuerzas entre las clases por la traición de las direcciones reformistas, las que colaboraron con la burguesía para apaciguar las movilizaciones y conducirlas hacia el terreno electoral, en apoyo a su candidata Verónika Mendoza.

Los resultados del 11 de abril y del 6 de junio se inscriben en este contexto.

Factores de la polarización

Sobre esa base general se produjo la actual polarización. Un elemento de la polaridad que favorece a Castillo es la identidad de Fujimori no solo con las clases altas sino, además, con sus sectores más prepotentes, violadores de los derechos humanos y corruptos, características que ella ha exhibido sin camuflaje en la campaña y aun estos días. Además, su identidad con el continuismo económico que solo beneficia a los de arriba, la “mano dura” que anuncia para recuperar el orden y su encarnación de la impunidad que se busca para los grandes corruptos que las mayorías odian. Todo esto, a la vez, traducido en una campaña centrada en estigmatizar a Castillo de “comunista” y “terruco”, estigma que extienden a todos los que lo apoyan, desde los diversos grupos de izquierda y movimientos sociales hasta demócratas y funcionarios del Estado que tratan de mantener un grado de imparcialidad. Con esta campaña sucia han tratado de construir la imagen de Fujimori como “única” alternativa logrando poner de su lado a casi la mitad del país.

Esta campaña, es unánime en los grandes medios y visible en inmensos carteles que iluminan las principales calles de Lima, y es sostenida por una amplia corte de voceros que van desde viejos representantes de la democracia y sus partidos como el APRA, PPC, la mitad de AP y “personalidades” como MVLL y hasta nuevos sectores de ultraderecha, todos los cuales se enfocan en movilizar a las clases medias con la falsa bandera de “defensa de la democracia”. Es un movimiento tan reaccionario que de su seno se hacen llamados a “matar” a los “comunistas” y se presiona a las FFAA para que produzca un golpe si se proclama a Castillo.

Esta actitud excluyente, agresiva y de chantaje para torcer la voluntad popular y que comprende a las clases medias acomodadas y que intimida o confunde a otro sector, no puede ocultar que encarna el interés de los poderosos, de las multinacionales que acogotan nuestra economía y de las 17 familias más ricas del país, por su miedo al cambio.

Todo esto ha indignado a la gran mayoría de obreros, campesinos y pueblo pobre, ubicándolos del lado de Castillo, y a un sector de pequeñoburgués y demócratas que ven su elección con menos miedos y prejuicios.

Perú Libre es una pequeña organización castro-chavista provinciana que ejerce el gobierno de la región Junín por dos periodos, y para las elecciones se asoció con una importante corriente magisterial que –se dice– tendría vínculos con el Movadef. En cuanto a su programa la burguesía lo ataca porque no acepta ningún cambio, menos los planteamientos de nacionalización de la minería y gas y cambio de Constitución. Sin embargo, también sabe que Perú Libre no tiene posibilidades de realizar estos ofrecimientos porque la correlación de fuerzas no le es favorable, y por el control que la clase dominante ejerce de los poderes fácticos como el Congreso, la CONFIEP, las FFAA, las leyes, que operan como un gigante candado sobre el régimen y la economía.

En cuanto al Movadef, aun cuando fuera cierto lo que se acusa a Perú Libre, hay que decir que los seguidores de Abimael Guzmán hace 30 años que renunciaron a la lucha armada y todo su programa, desde entonces, se reduce a pedir un “acuerdo de paz” para integrarse al sistema a cambio del perdón a sus presos, o al menos a un mejor trato para ellos. Sin embargo, esa burguesía es tan reaccionaría que en lugar de la “reconciliación” invocada por la Comisión de la Verdad, siembra odio y miedo con la narrativa de que todo el problema fue por la acción de un grupo de terroristas sanguinarios, descontextualizado de la crisis que le dio origen y ocultando la respuesta genocida que dio el Estado y que causó la mitad de las 80 mil víctimas inocentes. En la coyuntura electoral, se vuelve a agitar esta monserga reaccionaria atizando más el enfrentamiento.

Bajo esta gigante presión, Perú Libre y Castillo muestran todas sus inconsistencias y limitaciones de origen, lo que los está llevando a sucesivos giros y adaptaciones. Por ejemplo, además de JP que se subió a su carro, sectores de la pequeña burguesía y burguesía “democrática” (Vizcarra, Partido Morado) también intentan subirse a él para cooptarlo. Para ello ha servido lo que hicieron la Iglesia (el partido más viejo de la burguesía) y otras instituciones, al hacerle firmar a Castillo un compromiso de sujeción a la democracia, sus instituciones y el modelo económico. En forma paralela, otra campaña en la que confluyen diversos sectores, trata de distanciar a Castillo de Perú Libre y Cerrón, presentando a estos últimos como todo el problema. Por supuesto que todo esto no tiene nada de “democrático”, pues Perú Libre ganó las elecciones con su programa y tiene derecho a gobernar.

En este camino, ya antes de producirse la segunda vuelta, Perú Libre y Castillo firmaron un acuerdo con JP sobre la base de un nuevo programa, el llamado Plan del Bicentenario, lo que le ha proporcionado equipo, voceros y apoyo orgánico de la izquierda oficial. Con este acuerdo Perú Libre y Castillo se han moderado completamente, pues dicho Plan se reduce a plantear “cambios” dentro de la continuidad del modelo, para tranquilizar a la burguesía. En esta misma línea, parece que para su eventual gobierno ya conforman un gabinete de centro izquierda con Verónika Mendoza al frente, mientras sus voceros se dedican a tranquilizar al mercado diciendo claro y en alto que no afectarán los grandes intereses ni con el pétalo de una rosa. Pedro Francke, economista que todos los burgueses reconocen como “moderado”, desde su posición de vocero oficial, ha dicho: “Me parece una ley económica muy clara de que a más crecimiento, más inversión, más producción y más empleo… Para mi si es muy importante la inversión privada como generación de riqueza y de empleos.” (El Comercio 19.06). Es decir, lo mismo que el actual modelo: si el inversionista privado es la niña de nuestros ojos, hay que protegerlo y brindarle todos los beneficios, que es exactamente lo que se ha hecho desde Alberto Fujimori hasta hoy.

Sin embargo, el sector burgués que cierra filas con Fujimori, no cree en nada de esto y difunde la fábula de que Castillo es el lobo feroz disfrazado de cordero. Claro, nada asegura el derrotero que, dada sus inconsistencias y contradicciones, seguirán Pedro Castillo y Perú Libre. Pero es evidente que ya dieron el paso para conformar un gobierno pintado de izquierda pero al gusto de la burguesía.

El plan para torcer el voto

En estas condiciones, en últimas, la burguesía estaría dispuesta a aceptar un gobierno de Castillo para evitarse una mayor conflictividad que podría abrir hasta las puertas del infierno. Pero lo cierto es que estos días juegan hasta el límite mismo, calculando en qué medida le puede resultar o no imponer un gobierno de Fujimori, o por lo menos deslegitimar la elección de Castillo, de tal modo que asuma cuestionado y débil como para facilitar el camino de su domesticación, o también juegan a anular las elecciones. Estas salidas políticas se cocinan en forma empírica y en lucha abierta de las diversas facciones burguesas.   

¿A estos fines, de qué manera se cocina el plan de la burguesía?

La experiencia enseña que la democracia es burguesa y que los derechos solo existen en el papel, y se los respeta solo cuando se lucha por ellos. En este marco, con los derechos que le asiste esta “democracia”, entendida a su modo y para su fin, los representantes de Fujimori han observado un conjunto de actas que favorecen a Castillo pretextando firmas falsas, muertos que habrían votado, sumas que no cuadran y ahora hasta piden auditoría sobre el sistema utilizado para el conteo.

Ante el pedido de revisión de actas todos los sectores, hasta el mismo Perú Libre que debe mostrar buena conducta con la “democracia”, respaldan y se han pronunciado a favor de dicho proceso. Pero es una farsa. Una farsa porque no existe ninguna posibilidad que las partes se pongan de acuerdo en cada uno de las revisiones que se realice y que el tribunal electoral aplique “justicia” que contente a ambos. Los “demócratas”, que cándidamente creen que es justo que se atienda bien los cuestionamientos para transparentar el resultado final y que resulte ganador quien resulte, y que mientras tanto debemos esperar tranquilos en nuestras casitas, solo expresan sus buenos deseos cuando la realidad es otra.

¿Qué es justicia? ¿Que se anule un acta porque tiene una firma “falsa” que no ha sido comprobada, y aun cuando fuera comprobada, qué tiene que ver con los votos válidamente emitidos? ¿Anular una mesa porque el resultado no cuadra con el promedio del local de votación o con la que la misma Fujimori obtuvo en primera vuelta? Se plantea estudios estadísticos en las que algunos dicen que hay múltiples irregularidades y otras que no son muchas pero son importantes; pero las estadísticas son un instrumento y no pueden determinar la autenticidad de los votos que obedecen a motivaciones subjetivas. Por eso el recurso planteado por Fujimori con el respaldo de todos los que la apoyan, es una trampa.   

El dictamen, a favor o en contra, va a ser resuelto por el JNE y su decisión será política. Así, en realidad, lo entienden ambos bandos y por eso han volcado, aunque sea tibiamente en el caso de Perú Libre, a sus partidarios a las calles.

En este marco, mientras Perú Libre ha entrado en el juego, Fujimori aplica una política de tijeras: mientras por un lado trata de torcer el voto a su favor presionando a los tribunos con un equipo de operadores y la movilización callejera, por otro lado trata de desacreditar al mismo jurado y cuestiona su probidad e independencia y chantajea con un golpe, y en este marco presionan para llevar el proceso hasta el límite, hasta el 28 de Julio que es cuando se debe realizar la juramentación, o incluso más allá.

Es un hecho que Castillo ganó las elecciones aunque sea por un estrecho margen, como lo revela el conteo rápido y el conteo de la ONPE. Pero es más: ese es el sentimiento de las mayorías, sobre todo de los pueblos del interior que votaron de forma sólida por él, los que ahora ven que les quieren robar, una vez más, sus esperanzas y sus sueños. No puede haber nada más democrático que reconocer este resultado, más aún, de una elección por completo antidemocrática porque colocó todo el peso del poder burgués, sus medios y recursos en un lado de la balanza contra el otro.

La salida es preparar y realizar el paro indefinido

Sobre estas consideraciones, el tribunal electoral pudo haber resuelto los casos, poner fin a los cuestionamientos y reconocer el triunfo de Castillo, y solo habría sido cuestionado por la derecha. Esa era la demanda que debía imponerse con la acción del movimiento de masas. Pero no ocurre así porque el peso de la oposición burguesa y de clase media con la que buscan negociar Perú Libre y JP.

La movilización se ha iniciado y se desarrolla desde el primer día cuando se vio que Fujimori no aceptaba los resultados. Pero pasados 15 días lo que hay que reconocer es que la ofensiva fujimorista creció con nuevos recursos, con nuevas fuerzas y respaldada con nuevas movilizaciones, las que contrapesan las movilizaciones en favor de Castillo y hacen crecer el peligro de que Fujimori impongan cualquiera de sus planes.

Por eso, más que movilizaciones que respalden la defensa del voto en mesa, el desafío que plantea la situación es un paro nacional indefinido que en definitiva derrote el plan burgués y fujimorista y que imponga el respeto a la voluntad popular. No hay otra.

La CGTP está planteando un Paro Nacional que a todas luces no será suficiente y menos aún está garantizado, y que solo puede servir para su propósito de conciliación. Hay disposición de lucha en la base, sobre todo en los sectores populares del interior, pero la misma disposición no existe en la clase obrera y en el proletariado minero ubicados en el corazón de la economía, precisamente por la desconfianza en la central.

La lucha por el paro indefinido, su preparación y su puesta en marcha requiere la decidida intervención de la vanguardia obrera y los luchadores, que deben realizar esta exigencia y realizar un intenso trabajo de explicación y organización desde las bases, y conducir a la construcción en cada lugar de comités de lucha y coordinadoras que hagan nuestra la pelea para garantizar la victoria. Y hacer esto no solo para hacer respetar la voluntad popular, sino luchando por los verdaderos cambios que buscamos, como la nacionalización de la gran minería y el gas, la expropiación de los grandes grupos capitalistas, la convocatoria a Asamblea Constituyente, por una efectiva segunda reforma agraria y por solución a las demandas obreras y populares.

Es posible hacerlo. Al menos hay que dar los primeros pasos en ese sentido, decantando de las posturas conciliadoras hacia la construcción de una verdadera dirección revolucionaria que ponga en pie a la clase trabajadora, bajo la estrategia de luchar por una salida de fondo con un Gobierno Obrero y Popular.

EN DEFENSA DE LA VOLUNTAD POPULAR EXPRESADA EN LAS URNAS

¡RESPONDER CON LA MÁS AMPLIA MOVILIZACIÓN DEL PUEBLO TRABAJADOR CONTRA LOS ATAQUES DEL FUJIMORISMO Y LA ULTRADERECHA Y SUS INTENTOS DE USURPAR LA VOLUNTAD POPULAR!

A estas alturas, una semana después de realizadas las votaciones para la segunda vuelta de las elecciones generales 2021, el Jurado Nacional de Elecciones sigue sin proclamar un ganador, a pesar de que el conteo de votos ha mostrado que la voluntad de la mayor parte de votantes ha sido colocar a Pedro Castillo en Palacio de gobierno.

Esto debido a las tinterilladas implementadas por el equipo legal de Fuerza Popular y Keiko Fujimori, que busca anular arbitrariamente 802 actas (200 mil votos) a pesar de que solo 155 de ellas fueron ingresadas a los Jurados Especiales dentro del plazo establecido. La mayoría de esas actas son del interior del país que le son desfavorables, y su denuncia es una ofensa no solo a la voluntad popular, sino a la dignidad de las personas discriminadas por su apellido, sus habilidades grafotécnicas, etc.

El plan de la ultraderecha y el fujimorismo consiste en convertir en conflicto lo que ha sido una clara expresión del electorado nacional a favor del candidato Pedro Castillo. Hoy desconoce el escrutinio realizado por la ONPE que otorga a Castillo cerca de 50 mil votos de ventaja, después desconocerá cualquier fallo de los Jurados Especiales que no le favorecen. Ha buscado manipular al JNE extendiendo ilegalmente los plazos, no tuvo éxito, y finalmente desconocerá los fallos del JNE si este no se aviene a darles la razón. La apuesta de la ultraderecha es dilatar la figura de un conflicto presionando para un desenlace por fuera del cauce electoral, para lo cual vienen impulsando movilizaciones reaccionarias y ataques a todo aquél que no favorezca el rodo de las elecciones.

¿Qué debemos hacer los trabajadores y trabajadoras del país ante este ataque?

Es un imperativo defender por medio de la movilización, de la acción directa de las organizaciones obreras y populares, la voluntad popular expresada en las urnas, ante el ataque reaccionario de Fujimori y compañía.

No podemos seguir «esperando los resultados en forma vigilante», cómo piden Castillo, la dirigencia de la CGTP y sus aliados políticos. Urge que la población pobre y trabajadora que votó por Castillo se levante en todas partes del país, tome las carreteras y ciudades, y exija su inmediata proclamación. Más cuando los medios de comunicación empresariales ya hablan de que el Jurado Nacional de Elecciones tardaría hasta tres semanas en proclamar un ganador.

Es esto lo que debemos poner a discusión, por medio de asambleas, en las fábricas, minas, centros de trabajo y estudio en todo el país. Hay que organizar la lucha en defensa de la voluntad popular desde las bases, levantando además todas aquellas necesidades urgentes que nos agobian: vacunación masiva casa por casa, más plantas de oxígeno y camas UCI, contratación y nombramiento de personal especializado en emergencias, derogatoria de la suspensión perfecta y prohibición de ceses colectivos, aumento general de sueldos, salarios y pensiones, solución a los pliegos de reclamo, comida y medicinas para el pueblo, y un largo etc.

Y más: demandar la expropiación y cárcel de los bienes y cuentas de Keiko Fujimori y su organización criminal, que hoy, además, se levanta contra la voluntad del pueblo.

Los trabajadores y trabajadoras sabemos que sin luchas, no hay victorias. Poniéndose a la cabeza de la movilización democrática del pueblo, la clase obrera ganará la posibilidad de encabezar también sus futuras luchas, que no pueden esperar a 28 de julio.

VOTAR POR PEDRO CASTILLO, MANTENER NUESTRA INDEPENDENCIA POLÍTICA

En estas horas, entre los trabajadores casi no se discute el voto por Pedro Castillo, pero lo que sí debemos discutir es la necesidad de mantener nuestra independencia política y organizativa.

Muchos dirigentes y activistas se incorporaron a la campaña de Castillo de diversas maneras, tratando de contribuir activamente a su victoria, como esperanza de cambio y ante el cargamontón y los infames ataques del fujimorismo, los empresarios y grandes medios que ven amenazados sus intereses.

Pero grandes gremios como la CGTP, la Federación Minera y Construcción Civil, van más lejos: suscriben acuerdos y compromisos que hipotecan la independencia política de los trabajadores y sus organismos, y, por esa vía, en la práctica renuncian a la lucha en defensa de los intereses obreros.

Con dichos acuerdos, estos gremios pretenden comprometer a Castillo a respetar, en su eventual gobierno, los derechos laborales y que reconozca otros.

Pero llamamos la atención sobre la forma mediada como plantean la defensa de estos derechos. Piden que la suspensión perfecta y los ceses colectivos sean “regulados” o que no sean “indiscriminados”; es decir no plantean su nulidad. Para los trabajadores toda suspensión perfecta y cese colectivo que roba el salario y el derecho elemental al trabajo es injusto y debe prohibirse. Más aún ahora que dichas medidas se extienden y llegan al cierre de empresas. Los trabajadores no tenemos por qué pagar la crisis y deben hacerlo los patrones, y si no aceptan debemos demandar la nacionalización de sus empresas bajo control de los trabajadores, como única forma de resguardar la fuente de nuestra existencia y de nuestras familias. Los derechos no se retacean, se defienden.

Respeto a la “propiedad” empresarial

Además de esta postura se reconoce a los capitalistas su “derecho” a realizar negocios y a explotar y generar riqueza con el trabajo obrero.

El documento que suscribe la Federación Minera (punto 5) dice, por ejemplo, que la contribución y fiscalización tributaria del Estado a las empresas debe hacerse “respetando siempre la propiedad”. La “propiedad” de las grandes minas es fuente del gigantesco saqueo del país, de la sobreexplotación obrera en el sector y de la extrema pobreza de las comunidades aledañas, y por eso un gran sector votó por Castillo porque planteó la nacionalización de la gran minería, energía y el gas; y por eso mismo los empresarios lo atacan con furia.

La Federación, ¿en lugar de defender la “propiedad” de las grandes mineras no debería estar a favor de esta propuesta nacionalista? La historia de la clase obrera ha sido colocarse siempre del lado de las causas nacionales, incluso como vía para proteger sus propios derechos, pero la Federación se bandea para el otro lado en esta aspiración fundamental.

Lo mismo sucede en el acuerdo suscrito por la Federación de Construcción Civil. Pronunciándose a favor de la reactivación del sector, la Federación les dice a los empresarios: “El Estado será su aliado”: aliado para promover inversiones, contrataciones y para reducir los trámites. Pero, son esos mismos empresarios los que poseen inmensas inmobiliarias y terrenos con los que lucran, mientras millones no tienen un techo donde vivir, entre ellos muchos obreros de construcción civil, y como lo vemos en las ocupaciones de tierra que se producen en Chorrillos. Pero el gremio de Construcción, en lugar de hablar de estas necesidades demanda más beneficios para los empresarios.

“Defensa de la democracia y gobernabilidad”

En esta misma línea, estos dirigentes van más lejos cuando llaman a luchar por la “defensa de la democracia y la gobernabilidad”, como el llamado que hace la central para la marcha del jueves 20 de mayo.

Es cierto: hay que luchar y movilizarnos contra los ataques a Castillo, contra las mentiras, calumnias y amenazas que nos alcanzan a todos los luchadores, y, por supuesto, rechazar cualquier intento de golpe, contra el cual los socialistas seremos los primeros en salirle al paso. Esto significa que luchamos por defender los derechos y las libertades. Pero la CGTP plantea “defender la democracia y la gobernabilidad”, es decir defender al régimen que odiamos.

Hoy, la “democracia y gobernabilidad” es de los patrones y está al servicio de su corrupción, de los abusos y sobreexplotación de los trabajadores. Por eso defienden su continuidad con Fujimori, mientras los sectores populares la cuestionan y piden cambios. Además, defender la “gobernabilidad” hoy es defender a Sagasti, al responsable de las políticas que nos afectan, y por eso no es casual que la central guarde total silencio sobre el Gobierno.

De este modo, la central en realidad le hace seguidismo a toda la proclama burguesa en favor de la “democracia y las instituciones, con lo que se ata las manos al igual que Castillo para luchar por los cambios que reclaman los trabajadores y las mayorías. 

¿Patrones democráticos?

En el fondo de todo esto hay el intento de estos dirigentes –y de Castillo– de establecer una alianza con la burguesía que llaman democrática y patriótica para que apoye su gobierno bajo la forma de un frente de obreros y empresarios, o frente popular, con el pretexto de enfrentar a los fascistas. De aquí se desprenden las políticas antes mencionadas: no hay que tocar sus “propiedades” sino promover sus negocios, y hay que “regular” los derechos laborales y no defenderlos plenamente.

Pero esos llamados empresarios democráticos y patriotas no existen y hoy todos aparecen al lado de Fujimori y contra Castillo, y estarán más firme con Fujimori si gana y contra Castillo si pierde. Pero es un cuento que sirve para maniatar a los trabajadores mientras dejan las manos libres a la burguesía para que siga atacando.

Independencia política

Aún no ha sido elegido Castillo y ya vemos cómo la reacción empresarial afecta la economía produciendo devaluación, alzas de precios y más desempleo, y después de la elección de Castillo esa reacción será peor.

Con esas políticas colaboracionistas es absolutamente claro que no hay ni habrá forma de defendernos de estos ataques empresariales, de los despidos, ceses, suspensiones y otros que van a continuar, gane quien gane las elecciones.

De aquí se deduce la imprescindible necesidad de defender nuestra independencia política y organizativa como clase. Votar por Castillo sí, pero no firmar acuerdos que hipotecan nuestra independencia y nuestras aspiraciones y prepararnos para salir a luchar. No es casual que la larga experiencia histórica de la clase obrera haya legado esta enseñanza como la única garantía para la defensa de sus intereses de clase.

Necesitamos una dirección obrera y revolucionaria

Por Manuel Fernandez, dirigente obrero del PST

La situación de calamidad que hay en el país producto de varias décadas de plan neoliberal, con un sistema de salud inservible cuando más se lo necesita, con la mayoría de la población en desempleo y, encima de eso, una patronal que ataca con despidos, ceses colectivos, suspensión perfecta, y hostilización sindical, plantea con urgencia una salida con un plan alternativo y una dirección obrera revolucionaria al frente.

La clase obrera enfrenta una verdadera tragedia sanitaria que ya cobró más de 190 mil vidas. Somos principalmente los trabajadores y el pueblo pobre quienes seguimos sufriendo por conseguir medicinas, oxígeno y atención médica oportuna, para salvar la vida de nuestros seres queridos, en medio del alza del costo de los alimentos básicos como el pan y el pollo, que constituye un nuevo ataque a nuestras condiciones de vida. Ataque que se suma al desempleo y los ceses colectivos impuestos antes y durante la pandemia en diversos centros laborales como Miyasato, Faber Castell, Unique, Trébol y Telefónica.

Tamaño ataque solo puede ser respondido con la lucha unificada de toda la clase trabajadora y el pueblo pobre, contra este gobierno, las patronales y su plan genocida de imponer las ganancias antes que la vida, la salud y el empleo. Una situación que empeora cada día más y exige respuesta ahora.

El camino nos lo enseña la lucha del pueblo hermano de Colombia, que han echado abajo el paquetazo del gobierno Duque con la fuerza de su movilización en las calles, y hoy continúa luchando por echar a un gobierno responsable de la brutal represión que enluta al pueblo colombiano en su justa lucha por mejores condiciones de vida.

Sin embargo, aquí los llamados a organizar dicha respuesta, lo que conocemos como dirección del movimiento obrero y popular, se encuentran de espaldas a esta necesidad. Y mientras seguimos padeciendo muertes y despidos, los dirigentes de las centrales sindicales en conjunto con la izquierda reformista nos llenan la cabeza de falsas ilusiones, planteándonos que, dentro del capitalismo, y votando por cual o tal candidato, es posible “cambiarlo todo”. Justamente en momentos cuando más necesitábamos luchar para enfrentar el genocidio al cual nos llevaba este gobierno y el sistema capitalista al cual representa.

Como si esto fuera poco asistimos a un proceso electoral en donde se deja en segundo plano la solución a los problemas urgentes. Ni si quiera se denuncia el genocidio en el que nos encontramos, mucho menos se levanta un programa de clase independiente y revolucionario con el objetivo de organizar la movilización y la lucha de los trabajadores contra los flagelos a la que nos han sometido.

Por el contrario, por un lado, encontramos a KF por quien se ha unido toda la patronal negrera y corrupta quienes para continuar con sus privilegios buscan poner orden y continuar con el modelo capitalista explotador, desplegando en los medios de comunicación visuales y escritos una feroz campaña contra el otro candidato PC basada en el terruqueo y miedo al comunismo y todo lo que sirva para que las familias obreras que son bombardeados a diario con esta millonaria campaña, acaben favoreciendo a KF y el poder patronal que representa.

En ese contexto, el voto por Castillo termina siendo la única herramienta electoral para rechazar a esa patronal corrupta y explotadora agrupada tras el Fujimorismo. Sin embargo, nadie puede garantizarnos, como clase obrera, que Castillo cumplirá con las medidas anunciadas. Más cuando semana a semana “blanquea” su programa para ser aceptado por un sector de la patronal.

Por ello la lucha estará planteada también luego de las elecciones, con independencia de quien gane. Porque lamentablemente el poder económico seguirá en manos de la clase patronal, y será imposible tener justicia social dentro de un sistema basado en la explotación y en el saqueo de nuestros recursos naturales.

Nuestro destino depende únicamente de nuestra lucha y de los propios trabajadores

A tremendo flagelo al que nos ha conducido este gobierno, sus partidos y el sistema capitalista corrupto que defienden, es preciso responder con una enorme lucha, en la perspectiva de una revolución socialista que expropie las riquezas de los que amasaron gigantescas ganancias a costa de la explotación de los trabajadores, así como nuestros recursos naturales, hoy en manos de enormes trasnacionales imperialistas, y que  instaure una economía organizada de manera colectiva, controlada democráticamente por los trabajadores y volcada a satisfacer la salud, con medicinas y oxígeno gratuito para todos, con atención por igual en clínicas privadas, con  empleo, educación y pensiones para todos. Una lucha necesaria para salvar la vida de nuestros hermanos ante la angurria patronal.

Solo la clase obrera al frente de toda la clase trabajadora podrá conducir a los explotados y los oprimidos a esta lucha y así resolver los grandes problemas que cargamos en medio de esta pandemia y construir un nuevo sistema social.  Es el papel que tenemos como clase que produce toda la riqueza que existe.

Para esta tarea necesitamos empezar construyendo nuestra dirección, nuestro partido obrero y revolucionario que tiene como objetivo principal el fortalecimiento y la organización de la lucha de los trabajadores. Algo que como vemos está ausente en este contexto.

Un partido revolucionario que, de ser necesario, participe en los procesos electorales, pero que sea para difundir denunciar y señalar a los responsables del genocidio y de la catástrofe sanitaria en la que nos encontramos: el gobierno y la patronal. Que denuncie los abusos que se cometen a los trabajadores como despidos y recortes de derechos, y al mismo tiempo llame a organizar la lucha de la clase trabajadora. Es decir, subordinar los procesos electorales al fortalecimiento de las luchas y no al revés.

Así lo ha hecho en Chile nuestra compañera María Rivera, quien postuló y fue elegida en la “Lista del pueblo” en las elecciones para la Convención constituyente ganada en las calles por el hermano pueblo chileno.

Lo primero que hizo fue llamar a la movilización callejera y a organizar al paro nacional para exigir la libertad a los presos políticos sin condiciones, fuera Piñera y todos los corruptos, expropiación de las 10 familias más ricas de Chile para atender la emergencia sanitaria y denunciando los acuerdos de paz y el mismo proceso electoral como antidemocráticos porque no representan la voluntad del pueblo que luchó en las calles.

En ese camino ganar la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas y sus luchas para gobernar. Para ello es vital mantener nuestra total independencia política frente a sectores burgueses y reformistas que solo se acuerdan de los trabajadores cuando necesitan votos.

Necesitamos un partido que luche para unir a la clase y acabar con el capitalismo.  El PST lucha para construir este tipo de partido obrero revolucionario. Te invitamos a ser parte de él.

Una Constituyente nacida de la lucha, para recuperar nuestra soberanía y prohibir los despidos

Castillo ha mantenido entre sus propuestas la de convocar a un referéndum para poner a consulta la posterior convocatoria a una asamblea constituyente.

La necesidad de echar por tierra la Constitución de la dictadura, que borró de un plumazo derechos fundamentales como el derecho a la estabilidad laboral, no puede estar en discusión.

El ejemplo de Chile, que a partir del poderoso levantamiento obrero y popular de octubre de 2019 impuso la necesidad de tener una nueva Carta Magna, ha dado nuevos bríos a este tema.

Sin embargo, dos grandes problemas se evidencian en la propuesta de Castillo.

El primero es que el propio Castillo se ha comprometido a “respetar la Constitución” de la dictadura, y utilizar sus propios mecanismos para convocar a la Constituyente.

Con esta postura, Castillo se somete a los mandatos de la patronal, defensora a capa y espada de la actual Constitución, y a su mayoría parlamentaria.

Así Castillo renunció a convertir su propia elección en un referendo en sí mismo, levantando la propuesta de que, de salir elegido, se convocaría inmediatamente a una Asamblea Constituyente.

El segundo problema, y mucho más importante, es para qué se debe imponer una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución.

Desde el punto de vista de la izquierda moderada, reformista, la Constituyente debe servir para “democratizar” el Estado. Esto es, reconocer nuevos derechos democráticos a las poblaciones originarias, a las mujeres, a los sectores LGTBIQ, y otorgar al Estado un carácter regulador de la economía.

Nada de esto es cuestionable. Pero como demuestran estos 200 años de vida republicana, el que la Constitución reconozca más derechos, no ha cambiado la situación de desigualdad y miseria en la que millones de peruanos y peruanas del campo y la ciudad vivimos.

Nosotros planteamos, por eso, que democratizar la sociedad comienza por transformar las bases económicas sobre las que se asienta el país, comenzando por conquistar nuestra segunda y verdadera independencia del dominio imperialista. Esto es, una Constitución que dictamine:

1.    Recuperar nuestros recursos naturales para recuperar nuestra soberanía: nacionalización (expropiación) sin indemnización de las mineras, petroleras, gasíferas, pesqueras y forestales, bajo control de sus trabajadores. Desconocimiento de la deuda pública.

2.    Garantizar el trabajo: prohibición de los despidos, ceses colectivos y la suspensión perfecta de labores. Expropiación de las empresas que despidan. Fin a los contratos modales, tercerización, services y contratas ¡Estabilidad laboral!

3.    Jubilación universal: sistema de pensiones único, público financiado con impuestos a las grandes empresas.

4.    Revolución agraria: expropiación de las agroindustrias y distribución de las tierras entre quienes la trabajan. Tecnificación de la producción del campo. Crédito garantizado por el Estado.

5.    Fin a la violencia contra la mujer: derecho a la autodefensa de las mujeres contra la violencia machista. Igualdad salarial, educación sexual científica y laica desde las escuelas, financiamiento con impuestos a las grandes empresas de un plan de entrega de métodos anticonceptivos gratuitos a toda persona en edad reproductiva. Derecho al aborto seguro, libre y gratuito.

6.    Expansión de los derechos democráticos: Consulta previa vinculante y reconocimiento del derecho a la autodeterminación para los pueblos originarios. Derecho a la

7.    Democratización del Estado: elección popular de todos los cargos públicos, incluidos jueces y magistrados. Derecho a revocar a todos los funcionarios elegidos en cualquier momento. Salario igual al de los maestros y maestras de escuela pública para todos los funcionarios. Reconocimiento del derecho a la autodefensa de las organizaciones obreras y populares.

8.    Pleno financiamiento de la salud y la educación: impuestos a las riquezas y las ganancias de las grandes empresas. Nacionalización de la banca.

Estas, y muchas otras nacidas de las necesidades urgentes del pueblo trabajador y pobre, deben ser las banderas de una constituyente por la cual salir a luchar. Y son las banderas que ni Castillo, ni la izquierda reformista, levantan.

Por eso, una nueva Constitución solo puede venir de la mano de la lucha, de la movilización general del pueblo trabajador. Debe nacer de un gran paro nacional combativo, en la perspectiva de la huelga general de todo el pueblo, como demostró el poderoso paro del 19 de julio de 1977, que derrotó a la dictadura militar y la obligó a convocar a la Asamblea Constituyente, o como ahora ha hecho el pueblo chileno, que en base a su movilización ha arrancado esa misma convocatoria, abriendo paso a que participen de la Constituyente nuevas organizaciones, distintas a los partidos tradicionales del régimen democrático corrupto. Lo mismo ocurrió aquí con el FOCEP, por ejemplo, en el 1978.

Segunda ola acelera el genocidio

Por Mauricio Meka

La vida de los trabajadores y de los más pobres en este país sigue valiendo nada para este gobierno. La segunda ola alcanzó un nuevo récord, más de mil fallecidos por día, según Sinadef. Día a día cada quien enfrenta la pandemia como puede, jugando la vida como quien lanza una moneda al aire, mientras Sagasti se sigue escudando en ser un gobierno transitorio y los presidenciables no garantizan un cambio sustancial en la política genocida que se viene aplicando.

Impacto de la segunda ola

La cifra de muertos sobrepaso cualquier pronóstico catastrófico. Según Sinadef abril ha sido el mes con más fallecidos hasta el momento (25 mil decesos) superando el mes de marzo (22 mil). Hasta diciembre del 2020 se calculaban 94 mil fallecidos entre confirmados y con síntomas compatibles con el coronavirus; sin embargo 5 meses después la cifra se ha elevado a 172 mil muertos según los registros del Sinadef, es decir más 70 mil decesos solo en 5 meses, ese es el impacto real de la segunda ola. En tanto la cifra del Ministerio de Salud de fallecidos por covid es de 67 mil.

Frente a esto los expertos apuntan a que las variantes del virus (brasileña e inglesa) ha sido un factor importante en el aumento de muertes, al que hay que agregar la pésima gestión estatal y las campañas electorales. Por otro lado, el desfase entre los reportes del Minsa y el Sinadef, nos indica que muchas personas han fallecido en sus casas, sin recibir atención médica oportuna, o simplemente porque no encuentran una cama para hospitalizarse.

¿Solo falló el Estado?

Marzo había sido el peor mes desde que inicio la pandemia, ante eso Sagasti dijo en abril que: “la pandemia ha demostrado que como Estado hemos fallado”, debido a que no se aprovechó la bonanza económica para invertir en el sistema de salud y que ahora se ve los fatídicos resultados.

Lo que Sagasti no dirá, es que el fracaso del Estado para atender la pandemia es principalmente por el modelo económico y las políticas en beneficio de los grandes capitales. La privatización de la salud, que permitió la creación de grandes monopolios y por lo cual se elevaron los precios de las medicinas y de la atención médica, sumado al abandono de los diferentes gobiernos que desfinanciaron el sistema nacional de salud, y a la precarización del trabajo que nos lleva a tener cerca del 80% de la PEA en una situación de informalidad, son las verdaderas razones de esta catástrofe que estamos padeciendo hoy y por tanto el fracaso de este modelo económico.

¿Cuáles son las prioridades?

A lo dicho en el anterior párrafo hay que añadir que otra razón importante es que tanto para Vizcarra como Sagasti la prioridad no ha sido atender salud sino reactivación los negocios empresariales. Eso ha significado que la estrategia para enfrentar la pandemia fue y sigue siendo errónea como señalan los expertos. En ese sentido, las declaraciones del médico intensivista Jesús Valverde son contundentes: “No tenemos un sistema de atención primario que se enfoque en la detección temprana para grupos de riesgo o con comorbilidades o en el suministro oportuno de oxígeno. En un segundo nivel tampoco existe. A pesar de que ha pasado más de un año de pandemia, el sistema de salud aún no se ha reorganizado. No se ha creado ni reforzado una gestión piramidal, con una base ancha en un primer nivel de atención. No tenemos ninguna contención y eso genera que el tercer nivel colapse. Lo otro es que no tenemos suficiente recurso humano especializado en medicina intensiva”.

Tomar como prioridad la reactivación económica también ha significado relajar las restricciones de movilidad social, que permitían tener un mejor control y rastreo del virus. El mismo gobierno y la presión empresarial han bombardeado con su ideología “pro reactivación” la conciencia de los trabajadores y de los pobres. Aprovechándose de la necesidad de millones peruanos en situación de informalidad, que sobreviven solo trabajando el día a día, dinamitaron la cuarentena. Y con ello nos han hecho renunciar a la exigencia de bonos para poder quedarnos en casa y acabar con los contagios y muertes, y también nos han hecho normalizar la pandemia al permitir la reapertura de centros comerciales, gimnasios, restaurantes, etc., creando una falsa sensación de que la situación mejoraba y estaba controlada. En tanto no volvamos a una cuarentena estricta con bonos de acorde a la canasta básica familiar seguiremos enterrando y llorando a nuestros seres queridos.

Vacunación a paso de tortuga

Frente a la pésima gestión del gobierno, la única medida que podría inmunizarnos frente al virus sigue siendo la vacuna. El gobierno de Sagasti saca pecho frente al proceso de vacunación, y si bien ha disminuido la tasa de decesos en personas mayores de 70 años, lo cual sin dudas significa un alivio en relación a nuestros abuelos, el ritmo de vacunación sigue siendo deficiente. 

Según Rodrigo Parra, ingeniero y analista de datos, para poder alcanzar a inmunizar a toda la población mayor de 18 años tendría que aplicarse 100 mil vacunas diarias, y aunque el ritmo de vacunación aumentó, sigue siendo poco, muy por debajo de ese promedio. La vacunación depende de la llegada de los lotes de vacunas.

Un plan alternativo a la masacre

En síntesis, hemos visto que el virus no afecta a todos por igual y que es necesario un plan alternativo que coloque como prioridad la vida de los trabajadores y los más pobres y no los intereses de los grandes capitales.

La necesidad de que esta terrible realidad cambie es urgente y no puede postergarse para 28 de julio con un nuevo gobierno, es ahora que necesitamos movilizarnos para conquistar nuestras demandas más urgentes.

RECUADRO

Promesas de Castillo y Fujimori

Las luces de los reflectores apuntan hacia un proceso electoral polarizado, dejando en segundo plano a la segunda ola de la pandemia que ha sido más terrible que la primera.

Durante la 1ra vuelta los presidenciables compartían dos cosas; su oposición a establecer cuarentenas y la necesidad de trabajar de la mano del sector empresarial para enfrentar la pandemia. Para esta segunda vuelta han desarrollado más sus propuestas en relación a este tema, no obstante, ambos planteamientos no garantizan un cambio sustancial de la masacre que vivimos.

¿Por qué?

En esta edición como en anteriores hemos procurado explicar las consecuencias de la aplicación del modelo económico neoliberal, tanto en el ámbito de la salud como en lo socio-laboral, así también hemos señalado a los gobiernos que lo aplicaron sin miramientos y con violencia ejercida desde el Estado. Y que la llegada del covid-19 ha desnudado las brechas sociales y estructurales que hay en el país producidas por estos elementos, generando hasta el momento el mayor registro de muertos en 200 años de vida republicana.

Entonces cuando Castillo nos dice en su “Plan Bicentenario” que no va a nacionalizar nada o que el impuesto a las sobreganancias está condicionado a un diálogo con los empresarios, debemos entender que realmente no cambiara el modelo económico y que sus propuestas de atención de la emergencia caerán en saco roto pues no hay forma de financiar cualquier medida de atención de la pandemia sin expropiarle a los empresarios las minas, las clínicas, las farmacéuticas, las plantas de oxígeno.

Y ni que hablar de Keiko, ella representa la garantía empresarial de la continuidad del modelo económico. Y es que Keiko es la heredera de quien iniciara el neoliberalismo en el Perú con métodos de terrorismo de Estado.

Exceso de muertes confirman plan genocida

Foto: Ernesto Benavides/Agence France-Presse

Escribe Mauricio Meca

Basándose en las cifras oficiales, el Perú se ha convertido en el primer país con la mayor tasa de mortalidad por covid en el mundo (28 mil decesos) superando así al Brasil de Bolsonaro y a los EE.UU. de Trump; ambos acusados por distintos sectores políticos de genocidas.

Brasil tiene 208 millones de habitantes y el Perú 32 millones, sin embargo a pesar de los más de 100 mil fallecidos, su tasa de mortalidad es menor que la nuestra, es decir por cada millón de habitantes en Brasil murieron 560 y en el Perú 870. Cabe resaltar que esta información toma en cuenta las cifras oficiales más no el registro de Sinadef, donde existe un exceso de 60 mil fallecidos durante los meses de la pandemia en comparación con los muertos en los mismos meses de años anteriores. De esta información el Minsa reconoce solo 28 mil por muerte de covid y los restantes se pueden considerar como sospechosos hasta que actualice los datos.

Foto: RTVE.ES

Por esta terrible cifra a Bolsonaro lo acusan de genocida, es así que 60 organizaciones, entre ellas profesionales de la salud, presentaron demandas a la Corte Penal Internacional para juzgarlo, al mismo tiempo que el hambre, el desempleo y las muertes han empezado a volcar masivamente a las calles a los brasileños con la consigna ¡Fuera Bolsonaro!

Los gestos populistas de Vizcarra y sus formas más diplomáticas y sofisticadas distan de la actitud de Bolsonaro, pero causan más muertes. Por supuesto nadie se escandaliza (la prensa, el Congreso), ni culpa a Vizcarra de genocida, ni mucho menos vemos a la dirección de la CGTP y a los grupos de la izquierda reformista pidiendo que se largue.

Vizcarra, al igual que Bolsonaro y Trump, representa los intereses de los ricos, solo con estilo diferente. Aquí el gobierno es cuestionado pero no por convertir el país en un panteón, sino por no acelerar y dar más beneficios a la patronal que exige imponer proyectos de inversión y más facilidades para explotar y despedir a los trabajadores. Por supuesto, a la Confiep poco le importa que los contagios y las muertes aumenten, al igual que la burguesía brasileña y norteamericana no desean una cuarentena que impida mover las fábricas y las minas; su prioridad son los negocios.

Crímenes de lesa humanidad

Han existido medidas que nos han llevado a esta situación: la imposición de una cuarentena con hambre y represión, la entrega de bonos miserables, la decisión de no volcar recursos para financiar la emergencia sino para las grandes empresas. Tampoco se garantizó mascarillas, alcohol, pruebas, medicinas, oxigeno, atención médica gratuita. Se permitió el abuso de las clínicas privadas en lugar de nacionalizarlas. Se ha dejado sin protección de bioseguridad al personal de salud.

Asimismo, la interrupción de los servicios de salud de rutina que han constituido una amenaza para la salud de las personas que viven con enfermedades crónicas como el cáncer, diabetes, hipertensión, etc., engrosando los excesos de muertes por el abandono del gobierno.

Esta desidia ha empujado a la población a buscar salidas basadas en la desesperación y el desconocimiento y los deja a merced de automedicarse. Y está causando etnocidio de los pueblos originarios.

Por estas razones Vizcarra hoy es el mayor sepulturero de América Latina, y quizás del mundo.

COLAPSADO: En el hospital Honorio Delgado de Arequipa faltan 300 personas, entre médicos, enfermeras y técnicos, para atender pacientes Covid-19.

Aviso para navegantes

En casi 200 años de la República del Perú no hubo tantos muertos en tan corto tiempo. Ni durante la guerra con Chile, que duró 5 años y fallecieron cerca de 18 mil. Ni durante conflicto armado interno que duro 20 años y se estima como máximo 77 mil, entre muertos y desaparecidos. Vivimos un verdadero genocidio, donde la principal causa no es el covid sino la política de privilegiar los intereses de la clase empresarial contra los de las grandes mayorías.

El gobierno y la Confiep nos han demostrado que la fosa común a la que nos empujan puede ser más profunda. Además que reprimen cuando salimos a protestar, como lo hicieron con los hermanos indígenas de Loreto el 9 de agosto. Estamos alertados: ellos o nosotros.

Nuestras vidas antes que sus ganancias

EDITORIAL

Las prioridades del gobierno es combatir la pandemia, reiteró el nuevo Primer ministro Walter Martos en su presentación ante el Congreso, y recibió el aplauso y el voto casi unánime de las diferentes bancadas. Pero al mismo tiempo, el gobierno se enfoca en acelerar las actividades económicas, que es la que está empujando la masificación de los contagios y las muertes en estos días.

Es evidente que nunca como ahora la palabra se desvalorizó tanto y el cinismo fue elevado a lengua oficial. Mientras todos desde arriba nos dicen lo mismo, y hasta se conmueven, en la práctica promueven políticas que invariablemente provocan la actual catástrofe que vive el país. Vizcarra viaja a Arequipa llevando algunas camas y se luce ante la prensa como quien lidia contra la pandemia, pero la región, al igual que el resto del país, sigue igual con enfermos amontonados en carpas y gente gritando por oxígeno.

La Sociedad Nacional de Industrias impulsa el programa Respira Perú y lleva oxígeno a algunas regiones rodeado de prensa y TV; pero al mismo tiempo sus honorables socios dejan sin salarios a 270 mil trabajadores (con la figura de suspensión perfecta), arrojan a la calle a muchos más y “reactivan” sus negocios al caballazo, vulnerando la situación de millones de trabajadores. En los lugares de trabajo se habla todo el tiempo de evitar los contagios, pero la realidad es que ellos se masifican y causan muertes, incluso en las modernas y poderosas mineras como Marsa.

El grupo Inkafarma dona una planta de oxígeno al Hospital Cayetano Heredia, mientras usa su condición de oligopolio para acaparar y multiplicar los precios de medicamentos para tratar el Covid 19, lucrando como rapiña sobre las urgencias de gente desesperada.

Todos estos señores, que dicen trabajar contra la pandemia, en realidad se enfocan en reactivar los negocios, nos arrean al contagio desde la comodidad de sus casas. El señor Vega Alvear, empresario y presidente del Comité Multisectorial de Reactivación, que enojado reclama a cada rato por la lentitud de la reapertura y por las tibias restricciones que establece el Estado, habla desde su residencia sin siquiera sacarse las pantuflas. Los Benavides de la Quintana, Rodríguez Pastor, Belmont…, también desde sus residencias y por vía remota dan directivas para acelerar las actividades de sus minas y fábricas, sin por ello dejar de hablar de su lucha contra la pandemia y hasta se dan tiempo para colocar un donativo por aquí y otro por allá. Sus operadores: ministros, congresistas, funcionarios públicos, capataces de planta y secretarias ejecutivas, lucen condiciones privilegiadas para protegerse, y en caso de contagio disponen de clínicas privadas y hasta de un seguro de vida.

Pero, en cambio, los millones de trabajadores solo tenemos asegurado el pasaporte al contagio, a la muerte y con ellos el desamparo de nuestras familias.

Salvar la vida y la salud de los millones de trabajadores significa que así como el señor Belmont está seguro en su casa, los obreros de la Corporación Trébol-Celima también deberían estar seguros en sus casas. Y que al 75% de peruanos “independientes” se les asegure un salario básico para que también puedan hacerlo. Las Naciones Unidas (ONU), que es la máxima institución de todos los gobiernos del mundo y que nadie puede señalar ni por asomo como de “izquierda”, recomienda la entrega de ese salario básico para cada habitante. Pero no lo hacen, mostrando que hasta en eso hay mezquindad, la misma que muestran los empresarios cuando negocian centavos en los pliegos de reclamos.

Todos estos señores arguyen: son indispensables atender tanto la salud y la economía, diciendo que la economía brinda los recursos para combatir la pandemia. Repiten lo mismo los más versados periodistas críticos de Vizcarra. Pero la ONU, en el mismo informe, dice que no hay disyuntiva entre economía o salud porque la salud es primero, y recuerda las experiencias de China y Europa que primero controlaron la pandemia y después abrieron de manera gradual sus economías. Y aquí se hace exactamente lo contrario.

Algunos expertos vienen destapando la verdad. Waldo Mendoza, economista de la PUCP, dice que fue un grave error levantar la cuarentena porque hemos retrocedido al nivel que teníamos hace cuatro meses, con contagios y muertes multiplicándose a un promedio explosivo, y que las principales víctimas son los trabajadores que retornaron. Y advierte: “tal como lo estamos haciendo ahora, no hay futuro”.

¿Por qué para todos los de arriba la “economía” es más importante? Porque son propietarios de las fábricas, minas y comercios. Todo esto es “su” capital. La razón de ser del capital es producir ganancia, su parálisis significa pérdidas. El nuestro, se quiera ver o no, es un sistema organizado sobre bases capitalistas. Por eso, para los empresarios, y sus periodistas que viven de la mano que les da de comer, primero es la producción y después la vida de los trabajadores. Por eso mismo el gobierno, que también es suyo, lo asiste con toneladas de dinero mientras entrega migajas para enfrentar la pandemia. Tan prioritaria es la producción de ganancia que, incluso, rebajan al mínimo las restricciones sanitarias e imponen infernales jornadas de trabajo con la finalidad de producir al máximo, con los resultados que estamos viendo.

Si las grandes empresas no esenciales dejarán de producir por algunas semanas mientras se contiene la pandemia, asegurando salarios y derechos, muchas vidas se salvarían, y podrían volver a operar después, a cuenta de los gigantescos recursos que poseen. Pero el capital no se guía por deberes morales sino por la simple ley de la ganancia que no duerme ni descansa un minuto.

Pocas veces en el pasado hemos estado confrontados a la enorme contradicción que nos fuerza a entregar nuestra vida y salud para garantizar la ganancia del patrón, como ocurría en la época de la esclavitud. Pero ésta es la condición obrera bajo el capitalismo y ahora podemos vivirla en toda su brutalidad motivado por la grave crisis del Covid 19.

Por ello, diga lo que diga el gobierno, los partidos de la burguesía, la llamada izquierda del régimen y hasta los curas desde sus púlpitos, todos, mientras sigan hablando de “reactivación” estarán priorizando los negocios capitalistas sobre la vida, por más que hagan algo contra la pandemia, donaciones y congojas incluidas.

Por eso el PST y la LIT-CI nos posicionamos de manera clara y transparente ante el terrible drama que vive nuestro pueblo y los pueblos del mundo: estamos por defender la vida primero, y estamos en contra de priorizar sobre ella la ganancia capitalista, aplicando todas las medidas que sean necesarias, entre ellas dejar de mover las actividades que no son esenciales, y usar todos los recursos que están disponibles en las enormes riquezas que concentran un puñado de capitalistas.

¡No queremos sus dádivas mientras nos meten a una moledora de carne humana! ¡Rechazamos sus discursos hipócritas, sus ofrecimientos miserables y sus golpes de pecho, mientras se enfocan en salvar los negocios capitalistas y nos arrean al contagio y a la muerte!

Para ellos, se trata de la vida de obreros y de gente pobre que consideran descartables. Para nosotros, contra los parásitos capitalistas, se trata no solo de la vida de seres humanos, sino de la verdadera fuerza productora y progresista de la nación y de su futuro.

Nos condenan a morir, por el virus o por hambre

Ellos tratan de salvar los negocios capitalistas, aún a costa de nuestras vidas

Desde los años 90, diversos gobiernos promovieron la mercantilización de la salud pública, con recortes presupuestales y la privatización. Y peor todavía: la inversión en salud ni siquiera llegó a representar la mitad de la que realizaron los países vecinos, que aplican el mismo modelo. Por esa causa, la pandemia encontró a los establecimientos de salud sin insumos ni para el lavado de manos y con mínima infraestructura (mil camas, 250 UCI, un déficit de 17 mil especialistas). La otra cara de esta realidad, o al servicio de este fin si se quiere, fue el surgimiento de un gigantesco sistema de salud privado, con enormes clínicas, monopolios farmacéuticos y cadenas de farmacias.

Vizcarra, que echa la culpa a los anteriores gobiernos, continuó esa misma política: no cumplió ni con su promesa, de construir uno sólo de los 80 hospitales que ofreció para el 2019. Así, la salud del pueblo, que ya entonces era una calamidad (50% de los niños sufren de anemia, alto porcentaje de TBC, hipertensión, diabetes, etc.), se tornó pasto
fácil para la mortífera extensión del coronavirus, que vivimos estos días.

La pandemia es atendida con miserias…

Siendo inminente la catástrofe por el covid-19, se planteaba –y se plantea aún– la urgencia de una masiva inversión en salud pública, para salvar la vida de la población más pobre, la más vulnerable. Pero, el gobierno no lo hizo –y no lo hace– y, como un avaro, le destinó un monto ridículo: 1.5% del PBI. Peor aún, de esa miseria, al 11 de junio, sólo ha usado la quinta parte, es decir nada. Por eso, nunca hay camas suficientes, UCIs, oxígeno, medicinas, personal médico, equipos de protección y muchos mueren en sus casas por falta de una asistencia mínima.
Pese a esta situación desesperante, aún hoy, el gobierno se niega a destinar recursos al sector, como lo muestra cuando se opone a promulgar el proyecto del Congreso para nombrar, de manera automática, a todo el personal médico y asistencial que atiende en la emergencia, arriesgando sus propias vidas.

… Con absoluta ineficiencia

La emergencia también exigía el confinamiento de la población, con alimentos y salarios. Pero, Vizcarra, establece una cuarentena desconociendo que la mayoría de pobres (72%) vive al día y no les garantiza ayuda, y no lo hace porque, tampoco, sabe quiénes son ni dónde están, y los fuerza a salir a la calle. También ignora: a) que 1.2 millones en Lima viven hacinados, y que entre 7 y 8 millones de peruanos no tienen agua ni servicios básicos; b) que en la mayoría de las familias las mujeres realizan las compras, lo hacen en mercados populares y casi a diario, porque no tienen frigider; c) que la mayoría se moviliza en transporte público, que opera abarrotado; d) que un gran sector de trabajadores provincianos fuga de la capital, incluso a pie, hacia sus lugares de origen, porque quedaron sin trabajo y no tienen “bono”. Al desconocer todo esto y más, Vizcarra no solo no logra su objetivo de contener los contagios, sino
que contribuye a propagarlo.
Asimismo, la emergencia exigía el diseño de un plan de pruebas masivas y de focalización y seguimiento al virus pero, pasados tres meses, aún no hace nada de esto. Apenas realiza pruebas aleatorias y mezcla los dos tipos de pruebas, con lo que ni si quiera llega a saber la cantidad real de infectados, ni menos conoce la curva de contagios, lo que muestra que, incluso, perdió hasta el control.

Población no aguanta más, y sale a ganarse el día en las calles

…Y con corrupción e indolencia

Como si todo esto no fuera suficiente, el Estado corrupto, del que forma parte el gobierno, hace su agosto con los enormes sufrimientos que padecen los pobres.
Contraloría informa que investiga a mil funcionarios, por corrupción, durante la pandemia, los cuales van desde altos jefes de la Policía Nacional (que causó la caída del ministro Morán), hasta funcionarios de todo nivel del sector salud, como el director del Hospital Sergio Bernales (de Collique), que entregaba mascarillas sostenidas por grapas y equipos de bioseguridad reciclados. Se detectan, también, que 4.212 funcionarios del Estado recibieron la canasta de víveres.
Además, montado en sus altos niveles de aprobación y con el apoyo velado de los aparatos de la “izquierda” incluidos, la que está en el Congreso, Vizcarra muestra un comportamiento soberbio, ciego y sordo. Al inicio de la pandemia la Sociedad de Neumología planteó inyectar dinero a las regiones más vulnerables, para la compra de insumos médicos, equipos de protección, balones de oxígeno y para contratar más personal. El gobierno no le hizo caso. En realidad no escuchó a nadie. Desde fines de abril Loreto gritaba por falta de oxígeno y, ahora, lo hace Ucayali, Piura y hasta los conos de Lima y deben pasar casi dos meses cuando, cada minuto significa vidas que se van, para que Vizcarra resuelva algunas medidas, para atender el abastecimiento de oxígeno a los hospitales.
Si algo grafica mejor esta indolente vena gubernamental es el caso de Richard Swing, contratado para “animar” al personal del Ministerio de Cultura, en medio de la terrible pandemia, simplemente por ser compadre de Vizcarra.

Fuente: France 24

Su prioridad es proteger los grandes negocios

En el contexto de la emergencia saltó a luz, también, el gran negocio de las clínicas privadas, que cobran altos montos por realizar pruebas y que alzan sus tarifas, para atender pacientes con covid-19, el gran negocio de las cadenas de farmacias (Interbank) y de la venta de oxígeno (en mano de dos empresas). Pero, ante ellos, el gobierno no hizo ni hace absolutamente nada para intervenirlos y/o disponer de sus recursos, y permite que sigan lucrando a costa de la vida y el sufrimiento del pueblo pobre.

Fuente: La República

Vizcarra, en realidad, se enfoca en proteger los grandes negocios más que la vida de la gente. Se ufana de tener una amplia “espalda” financiera, pero la usa no para salvar vidas sino para salvar empresarios, y ni siquiera a los micros y pequeños a quienes condena a la ruina, sino a sus amigos de la Confiep y de la Sociedad de Minería y Petróleo: a) Subsidia las planillas empresariales, b) entrega 60 mil millones de soles de crédito con prioridad a grandes empresas, c) permite despidos masivos y decreta la “suspensión perfecta”, d) obliga a trabajar a los vulnerables, e) no fiscaliza a las empresas y permite que el contagio se propague entre los trabajadores llevando a muchos de ellos a morir, f) desde el Mintra deja que los patrones se ceben contra los obreros cometiendo todo tipo de abusos y aplicando sanciones y despidos contra los que reclaman.
Por último, en esta misma línea patronal, ataca toda propuesta de establecer un impuesto a la riqueza como si fuera el fin del mundo, cuando es la única forma de tener recursos suficientes para financiar la emergencia. En un país donde solo 17 familias detentan casi toda la riqueza nacional y 9 millones son pobres, no hay otra manera de equilibrar en algo la balanza.

Ahora nos condena a la infección

El resultado del “plan” Vizcarra no solo ha sido un absoluto fracaso sino ahora nos lleva a morir por el covid-19. No tiene lógica pero es la realidad: la pandemia está en el pico y Vizcarra ordena la reapertura de las actividades, que ya comprende al 80%. Ahora él con todos sus acólitos se da la mano con los sectores más reaccionarios que cuestionaban la cuarentena, para gritar al unísono “reactivación”; pues ya no importa salvar vidas sino de sacrificarlas en nombre de la “economía”, que para ellos significa sus negocios. Para mayor claridad hasta se cambia de discurso oficial: del “quédate en casa” ahora se pasa al “Yo me cuido”, útil para señalarnos siempre a nosotros como los únicos responsables de la propagación del virus. El gobierno, por supuesto, nunca admitirá su responsabilidad, menos ahora que las consecuencias de sus decisiones nos conducen a una catástrofe humanitaria.

Ni recuperación, solo represión

Ni aun así empujándonos al contagio masivo no hay ni habrá “recuperación” como se pretende, al menos este año. El Banco Mundial estima que la economía de Perú se contraerá en 12%, lo que equivale a 3 millones de nuevos pobres. Solo en Lima ya un millón y medio perdió su empleo. La reactivación no obra por decreto sino de acuerdo a la demanda de los negocios. Y para darle “impulso” los voceros de la CONFIEP, ni cortos ni perezosos, ya claman para que se suelte toda la reforma laboral y para que se haga viable los proyectos mineros rechazados de Tía María y Conga, pedidos a los que Vizcarra estará presto a atender.
En este cuadro, el suplicio del pueblo pobre no tiene ni siquiera paliativo porque el gobierno no es capaz de garantizarle un plato de comida a los millones que pasan hambre. Empujados por la necesidad millones se lanzan a las calles como ambulantes y lo único que hace Vizcarra y el alcalde Muñoz es mandarles la policía a perseguirlos y confiscar sus mercancías.


El “Estado de Emergencia” y la suspensión de derechos civiles no se ha usado con tanta efectividad para evitar la propagación del virus como para reprimir las protestas. Los médicos y enfermeras que protestaban por falta de implementos fueron sus primeras víctimas. Ahora el ministro de Defensa, Walter Martos, asegura que evalúan mantener a las FFAA en las calles luego del “Estado de Emergencia”, y el premier Zeballos anunció en el Congreso que “están preparadas para enfrentar cualquier desborde social”.
Así, Vizcarra, no solo condena a miles de pobres a morir por el covid-19 o por hambre, sino también pretende ahogar nuestra lucha y protesta con más represión, para llevar hasta el fin lo que ha sido su consigna desde el primer día: salvar los negocios capitalistas antes que la vida de la clase trabajadora.

De la suspensión perfecta al nuevo (y peor) régimen laboral

Por Manuel Fernandes, dirigente obrero

En primera instancia, el Estado de Emergencia Sanitaria fue decretado desde el 11 de marzo hasta el 8 de junio 2020, entiéndase como el marco de las demás normas restrictivas y excepcionales adoptadas por el gobierno ante el brote del covid -19. Una de ellas fue la cuarentena y el aislamiento social obligatorio que impedía el funcionamiento de la industria y comercio y demás actividades económicas que no estuvieran relacionadas a los servicios y bienes esenciales.

Por esa razón Vizcarra, a través del D.U. 038-2020 facultó el uso de la letal Suspensión Perfecta de Labores (SPL) como salida patronal ante las medidas restrictivas hasta entonces de aplicación obligatoria para las empresas.

Como era de esperar, desde su publicación (15 de abril) más de 28 mil empresas sin importar su tamaño, se acogieron a este procedimiento que aproximadamente deja a 250 mil trabajadores sin percibir salario.

Al mismo tiempo, el gobierno dispuso implementar de forma gradual la reactivación económica de las actividades en 4 fases. En mayo inició la fase 1 y en junio la fase 2 que permite que el 80% de los sectores productivos suspendidos vuelvan a sus operaciones.

Claramente hemos denunciado el rol genocida de este gobierno que ha demostrado defender las ganancias empresariales antes que la vida de los trabajadores y el pueblo.
Por lo que demandamos una cuarentena con salarios, alimentos y medicina para todos, nada que ver con el desastre que implementó Vizcarra dejando a los trabajadores y el pueblo pobre expuestos al contagio masivo y a la muerte.

Sin embargo, el reinicio de actividades ya es un hecho, y trae nuevamente los cuestionamientos a las normas dictadas por este gobierno, como la SPL presentada como necesaria “para mitigar los efectos económicos causados a los trabajadores y empleadores ante el covid-19” por las restricciones del Estado de Emergencia.

Por un lado, las restricciones que impedían el funcionamiento de las empresas ya no existen, pues con la fase 2 casi todos los sectores productivos del país vuelven a operar, vasta presentar al MINSA su plan para la vigilancia, prevención y control de covid-19 en el trabajo, y la autorización se aprueba automáticamente.

Entonces, ¿por qué se sigue permitiendo utilizar esta medida presentada para otra situación? Peor aún ¿por qué se ata su vigencia a la declaratoria de Estado de Emergencia Sanitaria, ampliado últimamente hasta el 9 de setiembre? Sin lugar a duda, el objetivo de esta medida se encuentra más allá de la emergencia.

Un nuevo régimen más explotador

Esto se combina con otra realidad. El reinicio de actividades productivas se viene haciendo de forma gradual y la convocatoria de trabajadores se viene haciendo a gusto de los cálculos del mercado de las empresas, que, como ya sabemos, se encuentra mal.

Así, fabricas como PIONER, convocan trabajadores y vuelven a enviarlos a SPL a voluntad, canjeando las consecuencias de la crisis económica con el puesto de trabajo de millones de trabajadores que se encuentran lidiando entre morir de hambre o morir por las consecuencias del covid-19.

Más plusvalía

Además de todo esto, la reincorporación de trabajadores a la producción trae los cambios que faculta las normas, cambio de horario y pago de horas dejadas de laborar por la cuarentena, es decir un régimen de 12 horas diarias como ensayo de un nuevo régimen que permita realizar la misma producción pero con menos trabajadores, recortando gastos logísticos, de movilidad y otros, como viene sucediendo ante el reinicio de actividades en Celima y en las fábricas textiles.

Si a esto agregamos que la mayoría de industrias de alimentos (como Alicorp, Molitalia y Cogorno), ya utilizan jornadas de 12 horas para reducir la rotación y movilidad de los trabajadores durante la emergencia, solo puede significar que los trabajadores excedentes, producto de esta nueva realidad, serán sometidos a nuevos procesos de suspensión perfecta y ceses colectivos.

En la Corporación Miyasato, líder en el mercado del vidrio, ya se dio el primer paso aplicando el Cese Colectivo, a pesar de haber recibido 10 millones de soles del plan Reactiva Perú, que se supone seria para “no romper la cadena de pagos”, que incluye el de sus trabajadores.

Más despidos y ataques antisindicales

Al mismo tiempo, durante la cuarentena las empresas han desatado una feroz ofensiva antisindical. En Arca Continental (Coca-Cola) se ha producido el despido de dos dirigentes del SINATREL bajo el pretexto de no laborar en estado de emergencia. En SAGA FALABELLA han despedido a 22 trabajadores por exigir medidas de seguridad. En MOLITALIA aplicaron sanciones abusivas contra trabajadores que exigían pruebas de descarte del covid-19. En TOPY TOP se denuncia decenas de despidos so pretexto de la falta de trabajo, mientras que a los demás trabajadores se les obliga a realizar horas extras. Las obreras de limpieza pública organizadas en el SITOBUR, enfrentan la amenaza de despidos masivos. De este modo lo que se busca es debilitar las organizaciones sindicales, que son nuestros instrumentos de defensa.

Así, ante la pérdida de ganancias y utilidades de las empresas producto de la emergencia, Vizcarra alcanzó en bandeja de plata el D.U. 038-2020 sobre SPL, que es convertido en arma para recuperar ganancias estableciendo un nuevo régimen laboral más explotador.

Fuente: Telesur – Protestas

La clase trabajadora responderá si o si

Entendemos la necesidad de responder a estos nuevos ataques. Ya se sienten los primeros estruendos en las calles. Los trabajadores estibadores del puerto del Callao se atrincheraron en las entradas del Puerto paralizando 5 días las operaciones, obligando a los empleadores a respetar las normas de seguridad y salud. Las compañeras del SITOBUR batallan todos los días en las calles exigiendo protección a su salud y respeto a su trabajo. Y las innumerables denuncias por redes sociales revelan la necesidad de lucha que sienten muchas organizaciones sindicales.

Con estos ejemplos nos organizamos para salir el 23 de junio ante la convocatoria de la CGTP. La vanguardia obrera debe garantizar la presencia de las bases combativa con vistas a poner en marcha un verdadero plan de lucha que nos lleve a conquistar nuestras demandas fundamentales.

Nueva dirección
Hay que poner en pie una nueva dirección política con un programa obrero y popular orientado a salvar vidas y defender el empleo a costa de las ganancias empresariales.
En ese camino, compañero, compañera, te invito a construir nuestro partido el PST, junto a luchadores reconocidos de la clase obrera, con el único objetivo de luchar para defender nuestros intereses como trabajadores.